“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”.
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22,37.39)
- ¿Lograrán amar a Dios quienes no lo conocen o no lo reconocen como su Señor, sino que lo consideran como una peligrosa invención?
- Quienes decimos reconocer a Dios ¿lo amamos de verdad con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con todo nuestro ser?
- ¿Por qué motivos quienes dicen que aman a Dios no siempre se muestran dispuestos a amar a los hijos de Dios?
- ¿Por qué algunas personas que en realidad prestan atención y servicio a sus semejantes afirman que no necesitan el amor de Dios para ello?
- Y aun cuando estamos dispuestos a amar y ayudar a nuestros semejantes ¿por qué no reconocemos a algunos de ellos como nuestros prójimos?
- ¿Qué consecuencias traería para el mundo y para la realidad más cercana aceptar la llamada “regla de oro” que nos lleva a amar al prójimo como a nosotros mismos?
- Y yo personalmente, ¿qué pasos tendré que dar para amar a Dios con sinceridad y para no excluir a nadie de mi amor y mi servicio?