El presidente de la Conferencia Episcopal Española pide a los superiores y superioras mayores que ofrezcan a sus contemporáneos «un significado nuevo de la obediencia a la verdad que nos hace libres»
El presidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, ha presidido este martes, en la parroquia Nuestra Señora de la Concepción, la Eucaristía que ha dado inicio a la Asamblea General de la CONFER, que se celebra en Madrid hasta este jueves sobre el tema de la obediencia, la autoridad y la corresponsabilidad.
Precisamente, en la homilía, Argüello se ha referido a esta cuestión para afirmar que hoy «la obediencia es, al mismo tiempo, contracultural y necesaria». De hecho, la ha propuesto como respuesta a uno de los males de nuestro mundo, la soberbia, origen de conflictos y luchas.
El mismo Jesús es el modelo: «Él realiza un camino de bajada, un camino sorprendente que cantamos en la liturgia cada domingo. Jesús es el obediente, el que estando en las moradas eternas, después de lo que ocurre a consecuencia de la herida original, le dice al padre que lo envíe. Y Jesús realiza un camino sorprendente. De humildad, de pobreza, de sacrificio y rompe la argolla que tenía clausurado el corazón humano en la soberbia».
Y la obediencia es contracultural, ha continuado, en las sociedades democráticas, que se encuentran «en una fuerte crisis de fundamentación, de sentido». «Son importantes en esta época existencias que consagren su propia vida, todo su propio ser, a este estilo de vida en el que la libertad se sitúa entre la verdad y el bien, donde la libertad cae en la cuenta de que es la condición de posibilidad para poder responder a la llamada».
Así, ha pedido a los superiores y superioras mayores que ofrezcan a sus contemporáneos «un significado nuevo de la obediencia a la verdad que nos hace libres, de la obediencia a la llamada del amor que saca de nosotros lo mejor».
Finalmente, ha insistido que el modo de llevar a cabo todo esto es ser «el último de todos» y «servidor de todos». «Es un camino sorprendente. Es un camino contracultural, pero que, al mismo tiempo, genera una cultura nueva. La que hace posible el encuentro ante los conflictos. La que hace posible el servicio ante la pretensión de ser los primeros», ha concluido.
