Queridos sacerdotes, comunidades, feligreses, amigos y amigas.
El domingo 11 de febrero celebramos la Campaña contra el Hambre de Manos Unidas con el lema “El efecto ser humano”. Son varios los elementos que hacen de esta campaña una jornada singular en la vida de nuestra diócesis, de los que destaco especialmente dos: el hecho de ser la campaña número 65 y el lema elegido para ella.
Son ya 65 años que esta asociación pública de fieles lleva sensibilizándonos en su objetivo de acabar con el hambre en el mundo. Tarea iniciada por un grupo de mujeres de Acción Católica que en su inicio declararon la guerra al hambre. Es mucho lo que han cambiado el mundo y la vida de muchas personas a lo largo de estos años y también la misma realidad de Manos Unidas, pero no ha cambiado la ilusión, el esfuerzo y la dedicación de sus miembros que sigue intacto.
El lema de este año: El efecto ser humano; nos traslada a la grandeza del ser humano expresada en las palabras del salmo: ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para darle poder? (Sal, 8). En esta grandeza de toda persona, en su dignidad, está también -y así estamos llamados a reconocerlo- su responsabilidad, la cual aparece en el lema de la campaña de este año. Una responsabilidad que debe llevarnos a poner todo nuestro empeño en eliminar las causas de desigualdad, de inequidad (cf. EG 52- 75), que ocasionan vulnerabilidad en tantos hermanos nuestros, especialmente de los países del Sur, que son los que más sufren las consecuencias de la situación en que actualmente se encuentra nuestra Casa Común y que el papa Francisco ha denunciado en numerosas ocasiones, como ha hecho últimamente en la Exhortación Apostólica Laudate Deum.
Manos Unidas nos invita a ampliar la mirada de nuestra tarea y misión y nos ayuda desde su propia realidad a ser, a desarrollar y a concretar lo que os proponía en las líneas programáticas para este curso pastoral: “Mirar a la sociedad como misión a la que Dios nos convoca desde la misericordia”. Actitud que no sólo nos debe implica en esta campaña sino a lo largo del año y de la vida en favor de nuestros hermanos más vulnerables, especialmente de los que se encuentran más allá de nuestro entorno, luchando por su dignidad y generando desarrollo en sus lugares de origen para que no se vean en la necesidad de emigrar.
Manos Unidas, por tanto, nos ayuda a reconocer que la vida humana es incomprensible e insostenible sin las demás criaturas, porque “todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde” (cf. LD 67). Desde ahí mi invitación a colaborar con esta organización de la Iglesia española para seguir paliando el hambre material y espiritual de la humanidad.
Os mando un afectuoso saludo con mi bendición.