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Comunidades acogedoras y misioneras

La cuestión de los desplazamientos humanos es tan antigua como la vida del hombre sobre la tierra. Hay mil motivos para cambiar de residencia, políticos, de subsistencia, religiosos o socio-culturales. Las migraciones han sido una constante desde que conocemos la huella humana en cuevas o en restos arqueológicos. Y ha llegado hasta nuestros días cuya evidencia la constatamos de forma permanente en las noticias de los medios de comunicación social o en nuestra propia experiencia cuando caminamos por las calles y plazas de nuestras poblaciones. La percepción del fenómeno migratorio es diversa según los intereses o convicciones de cada cual. Es también compleja la situación y, seguramente, la problemática no admite una solución simple.

En estas líneas me propongo ofrecer la mirada evangélica sobre esta cuestión. Para los cristianos que siguen la vida y la enseñanza de Jesús de Nazaret y para quienes, desde otra cosmovisión, conviven en esta sociedad plural y abierta.

El título de este comentario responde a un documento de los obispos de la Conferencia Episcopal Española que aprobó el pasado mes de marzo y se difundió por todas las parroquias y centros católicos a principios de mayo con la finalidad de que fuera conocido su contenido y prendiera en el corazón de todos para que las acciones pertinentes y las actitudes fraternas tuvieran un desarrollo permanente. El documento tomó la figura de Exhortación pastoral que nacía de las preocupaciones motivadas de los obispos y se dirigía a fomentar positivamente la sensibilidad de los creyentes ante esta situación actual. COMUNIDADES ACOGEDORAS Y MISIONERAS. IDENTIDAD Y MARCO DE LA PASTORAL CON MIGRANTES es el título que se le dio al documento y que está publicado en forma de folleto por la editorial EDICE.

En el preámbulo se lee: “La presente exhortación pivota sobre los dos grandes retos planteados por el papa Francisco en el mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado de 2021 y desarrollado con unas orientaciones posteriores por el Dicasterio sobre la pastoral migratoria con dos advertencias: a) El reto ad intra tiene que ver con la manera de vivir la catolicidad de nuestra fe y b) el reto ad extra se refiere a la manera de ser una Iglesia verdaderamente misionera: salir al encuentro de los necesitados, los descartados, los marginados, los oprimidos… que estamos llamados a reconocer y a cuidar, puesto que esto es un mandamiento del Señor”. El cuerpo central del documento tiene varios apartados: 1.- El contexto. 2.- Vivir la catolicidad. 3.- Orientaciones para la conversión personal y pastoral. 4.- Claves de transformación: de una pastoral para a una pastoral con. 5.- Propuestas y buenas prácticas. Termina con un epílogo en forma de agradecimiento hacia todas las personas que han realizado valiosas aportaciones para un entendimiento global.

Hago un breve resumen del punto cinco que es muy concreto con una mirada al presente y al futuro. Busca crecer en coordinación de personas e instituciones; contribuir a la formación de todos; cuidar la participación activa de las personas migradas; cómo construir comunidades acogedoras y hospitalarias; en coherencia con la cultura de la vida; trabajar juntos por “plena ciudadanía de todos; ser parte de narraciones positivas y al servicio de la verdad; abiertos al diálogo ecuménico e interreligioso y, por último, con la oferta de signos de esperanza y comunión.

No añado más consideraciones porque todos nosotros vivimos y vemos esta dura realidad en las noticias que se publican y en nuestras calles. Sólo pido que, como decía el profeta Ezequiel, cambiemos nuestro corazón de piedra (insensible) por un corazón (cálido y acogedor) de carne.

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