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Día del Seminario

Este domingo celebramos el día del Seminario, una cita típica de nuestra Iglesia en la que, en torno al día de San José, rezamos por las vocaciones sacerdotales. Necesitamos sacerdotes que, continuando con la tarea de Jesús, el Buen Pastor, acompañen y guíen al rebaño de los creyentes por el camino de la salvación.

Nuestra iglesia de Tarazona necesita vocaciones sacerdotales. Este año, al menos, tenemos un nuevo seminarista en el Seminario Mayor. Está formándose junto con el resto de seminaristas de la Provincia Eclesiástica en el seminario de Zaragoza. Durante los fines de semana y en el periodo vacacional, colabora con dos sacerdotes en sus respectivas parroquias, para formarse y para empaparse de cómo es nuestra realidad diocesana, ya que no es natural de nuestra diócesis y nunca ha vivido antes en ella. Es un hilo de esperanza, pero debemos pedir para que aumenten las vocaciones en nuestra diócesis y en toda la iglesia, al menos para poder tener el relevo necesario a los sacerdotes que se jubilan.

El lema de este año está planteado como una oración: “Padre envíanos pastores”. Es un ruego que parte de esta necesidad tan contrastada y evidente. Con él invocamos a nuestro Dios y Padre para que mire con compasión y misericordia a todos nosotros. Que se acerque al corazón de muchos jóvenes para que les susurre su voluntad de que sean sacerdotes, que dejen sus cosas, sus tareas, sus familias y sigan a Jesucristo, para que estando con Él, algún día consagren su vida en una entrega generosa y total por el Reino de Dios y por el amor a los creyentes.

Nuestra invocación al Padre tiene que sonar con fuerza en nuestras oraciones, tiene que salir del corazón humilde y necesitado y a la vez confiado, en el Dios que nunca desatiende a su pueblo. Todos podemos rezar, todos podemos presentar al Padre de toda misericordia y bondad este deseo de que es por el bien de su pueblo, no por el nuestro propio. Nos dice San Marcos que en cierta ocasión “al desembarcar Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella porque eran como ovejas sin Pastor y estuvo enseñándoles largo rato” (Mc. 6, 34). Necesitamos -nuestros jóvenes necesitan- esa mirada de Jesús que ve a la multitud con hambre de Dios para compadecerse de una manera positiva y activa, y así estar dispuestos a consagrarse un día como pastores para enseñar y guiar, “largo rato” al rebaño de Dios. Siendo conscientes que la tarea es doble, por un lado, pastorear al rebaño y, por otra, ser como Cristo, el cordero que entrega su vida por los demás, que se convierte mediante su consagración en el alimento para la vida del rebaño.

Pidamos al Señor que nos conceda pastores generosos, dando su vida por esta tarea; pastores unidos plenamente al corazón de Cristo, para que testimonien siempre el Evangelio de Jesús. Pastores comprometidos con la persona de Jesús; pastores animadores de la fe en los demás. Así reza la oración compuesta para la jornada de este año. Así se lo pedimos al Señor.

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