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‘Dignitas infinita’: la «inmensa e inalienable» dignidad del ser humano

inalienable» dignidad del ser humano

La Santa Sede incluye entre las graves violaciones contra el hombre de hoy la maternidad subrogada, la ideología de género, la prostitución o el tráfico de personas

Por primera vez, la Iglesia católica pone, negro sobre blanco, sus enseñanzas y orientaciones sobre dos cuestiones de nuestro tiempo. De hecho, las rechaza y condena enérgicamente. Lo hace a través de la declaración Dignitas infinita sobre la dignidad humana, publicada hace pocos días por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Esos dos temas son, por un lado, la llamada maternidad subrogada y, por otro, el transgenerismo y la ideología de género. En la introducción del documento, el cardenal prefecto, Víctor Manuel Fernández, explica que la declaración se ocupa de «algunas situaciones problemáticas actuales en las que no se reconoce adecuadamente la inmensa e inalienable dignidad que corresponde a todo ser humano». «La denuncia de estas graves y actuales violaciones de la dignidad humana es un gesto necesario, porque la Iglesia está profundamente convencida de que no se puede separar la fe de la defensa de la dignidad humana», continúa el purpurado argentino.

Él ha retomado el trabajo que se comenzó hace cinco años en Doctrina de la Fe, por tanto, con el cardenal español Luis Ladaria a la cabeza. Siendo Ladaria prefecto, el Dicasterio emprendió la elaboración de este texto, «un documento que, debido a la seriedad y centralidad de la cuestión de la dignidad en el pensamiento cristiano, necesitó un considerable proceso de maduración», señala Fernández. En su introducción, la declaración profundiza en el concepto de dignidad humana, «que no es concedida a la persona por otros seres humanos, sobre la base de determinados dones y cualidades, de modo que podría ser eventualmente retirada». «Todos los seres humanos poseen la misma e intrínseca dignidad, independientemente del hecho de que sean o no capaces de expresarla adecuadamente», insiste Dignitas infinita

Por eso, recuerda que la Iglesia proclama la igual dignidad de todos los seres humanos, independientemente de su condición o de su calidad de vida. Y este es un punto crucial del documento. Porque «hay muchos malentendidos sobre el concepto de dignidad que distorsionan su significado». Así, por ejemplo, subraya que es engañoso el uso de la expresión «dignidad personal» en lugar de «dignidad humana». Usar «dignidad personal» implica considerar a la persona «solo un ser capaz de razonar»: «En consecuencia, sostienen que la dignidad y los derechos se infieren de la capacidad de conocimiento y libertad, de las que no todos los seres humanos están dotados. Así pues, el niño no nacido no tendría dignidad personal, ni el anciano incapacitado, ni los discapacitados mentales». 

Aborto y eutanasia

Del mismo modo, manosear el concepto de «dignidad humana», «se utiliza abusivamente para justificar una multiplicación arbitraria de nuevos derechos… como si debiera garantizarse la capacidad de expresar y realizar cada preferencia individual o deseo subjetivo». Es lo que sucedería, por ejemplo, con la cuestión del aborto. El documento la retoma recordando la doctrina de la Iglesia sobre esta práctica, que considera una violación de la dignidad humana, así como la eutanasia o la maternidad subrogada. 

Dignitas infinita lamenta que la aceptación de aborto «en las costumbres y en la misma ley» sea señal evidente «de una peligrosísima crisis del sentido moral, que es cada vez más incapaz de distinguir entre el bien y el mal, incluso cuando está en juego el derecho fundamental a la vida». Advierte Doctrina de la Fe en este documento de la necesidad «de llamar a las cosas por su nombre», porque calificar el aborto como «interrupción del embarazo» no es más que un intento de «ocultar su verdadera naturaleza y atenuar su gravedad en la opinión pública».

Sobre la eutanasia, incide en la falsa creencia de que esta práctica es compatible con el respeto a la dignidad humana porque, según esta mentalidad, el sufrimiento y la enfermedad la arrebatan. Sin embargo, la Iglesia subraya que la dignidad es intrínseca e inalienable. Dignitas Infinita afirma que ayudar a alguien a cometer un suicidio asistido «es una ofensa objetiva contra la dignidad de la persona que lo pide, aunque con ello se cumpliese su deseo». Entre las graves violaciones a la dignidad humana se encuentra también el «descarte» de las personas con discapacidad.

No hay un derecho a tener hijos

La declaración plasma la clara condena de la Iglesia al vientre de alquiler. En primer lugar, aclara que no existe el derecho a tener hijos. El documento recuerda las palabras del papa Francisco durante el encuentro de este año con los embajadores acreditados ante la Santa Sede. En esa ocasión, el Pontífice tildó de «despreciable» la práctica de la llamada maternidad subrogada. A través de este texto, la Iglesia afirma que la maternidad subrogada viola la dignidad del niño, privando a la criatura de «un origen plenamente humano y no inducido artificialmente». Y viola también la dignidad de la madre, que se ve obligada o decide prestar su vientre. «Con esta práctica, la mujer se desvincula del hijo que crece en ella y se convierte en un mero medio al servicio del beneficio o del deseo arbitrario de otros. Esto se contrapone, totalmente, con la dignidad fundamental de todo ser humano y su derecho a ser reconocido siempre por sí mismo y nunca como instrumento para otra cosa», reza el texto.

En cuanto a la ideología de género y el cambio de sexo, las orientaciones también son meridianamente claras. Señala que en la ideología de género hay elementos críticos que han conducido a introducir nuevos derechos «no del todo compatibles respecto a los definidos originalmente y no siempre aceptables, y que han dado lugar a colonizaciones ideológicas, entre las que ocupa un lugar central la teoría de género, que es extremadamente peligrosa porque borra las diferencias en su pretensión de igualar a todos». Asegura, además, que la pretensión de disponer de uno mismo que promueve esta ideología «no significa otra cosa que ceder a la vieja tentación de que el ser humano se convierta en Dios». De esta forma, la Iglesia califica de inaceptable que esta ideología quiera imponerse como un pensamiento único que incluso determine la educación de los niños. «Por lo tanto, debe rechazarse todo intento de ocultar la referencia a la evidente diferencia sexual entre hombres y mujeres», sentencia. También es rotundo con el cambio de sexo, porque «el cuerpo humano participa de la dignidad de la persona, ya que está dotado de significados personales, especialmente en su condición sexual». Así, concluye que «toda operación de cambio de sexo, por regla general, corra el riesgo de atentar contra la dignidad única que la persona ha recibido desde el momento de la concepción». Cosa distinta Son ciertas anomalías genitales que requieren de asistencia médica para su resolución. 

La declaración aborda estas cuestiones bioéticas con algunos temas clave del reciente magisterio pontificio. Como violación de la dignidad humana, el documento también incluye las condiciones de vida infrahumanas, la prostitución, el tráfico de personas, las condiciones laborales precarias, las deportaciones, la guerra, los abusos sexuales, la violencia contra las mujeres o las torturas en el cuerpo y el espíritu. En definitiva, «todo lo que atenta contra la integridad de la persona humana». 

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