El arzobispo de Toledo, Francisco Cerro Chaves, preside la Eucaristía en rito hispano-mozárabe en la catedral primada ante una numerosa presencia de obispos de España y otros países
El arzobispo de Toledo y primado de España, Francisco Cerro Chaves, ha destacado que «la Eucaristía es remedio y antídoto contra todas las soledades» ante «el síndrome de soledad que sufre nuestro mundo», durante la celebración de la Misa, en rito hispano-mozárabe, de la solemnidad del Corpus Christi. El prelado ha recordado en su homilía que esta fiesta «arranca del Evangelio» con un deseo expreso: «Queremos ver a Jesús».
Así las cosas, monseñor Cerro Chaves se ha remitido a san Juan Pablo II, al señalar que «la Eucaristía es asombro, que vemos en las procesiones, auténticas catequesis en las calles». Precisamente, aquí es donde se ve de manera más clara que Cristo es «peregrino por las calles del mundo», pues «Jesús va a la calle, a la gente, va al mundo». Siguiendo esta explicación, la Eucaristía es momento y lugar donde «Dios viene a nosotros», y que además nos lanza a los fieles como «peregrinos de la fe», al encuentro «del enfermo y del que sufre».
Por todo lo anterior, «necesitamos la Eucaristía, necesitamos a Jesucristo: porque quien se pierde a Jesucristo, se pierde lo mejor de la vida». Esta es la convicción más profunda de que «solo quien adora a Dios es libre», de que «solo adorando a Dios somos libres».
La celebración eucarística ha tenido lugar en la Catedral Primada, y ha contado con la presencia destacada de varios obispos: el arzobispo emérito de Toledo, Braulio Rodríguez Plaza; el obispo auxiliar de Toledo y secretario general de la Conferencia Episcopal Española, Francisco César García Magán; el arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa; el arzobispo de Ayacucho, Salvador Piñero; el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández; el obispo emérito de Segovia, Ángel Rubio Castro; y el obispo auxiliar de Zárate-Campana, Justo Rodríguez Gallego.
Del mismo modo, tampoco han querido perderse la celebración en rito hispano-mozárabe el cardenal-arzobispo de Budapest, Peter Erdo, quien ha pronunciado una alocución al finalizar la procesión eucarística; y el arzobispo arcipreste-coadjutor de la basílica de Santa María La Mayor, de Roma, Rolandas Makrickas.
