“Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús” (Lc 1,31)
- Alguna vez hemos oído en los medios de comunicación una interpretación absurda de este texto evangélico. ¿Por qué no se estudia con curiosidad y respeto el sentido de estas palabras del ángel a María?
- Refiriéndose a María, san Agustín escribió que “el Hijo de Dios se hizo verdad en su mente antes de hacerse vida en su vientre”. ¿Qué puede significar esa afirmación?
- El nombre de Jesús, que María ha de dar a su Hijo, significa “Dios salva”. ¿Qué es lo que impide en tantos lugares del mundo aceptar a Jesús como Salvador?
- ¿Por otra parte, los que nos decimos cristianos tenemos conciencia de que en verdad necesitamos ser salvados?
- Y además, ¿estamos dispuestos a anunciar la salvación a tantas personas que necesitan esa buena noticia?
- Seguramente no basta con anunciar la salvación. ¿Qué deberíamos hacer u omitir para que sean realmente salvados los que se encuentran al borde del abismo?
- ¿Y yo agradezco personalmente a Dios haber sido salvado por Jesús del pecado, de la rutina, del sinsentido de la vida?