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Acedia

El Papa explica qué es la acedia y da una clave para superarla: la paciencia de la fe

«Es una tentación peligrosa, con la que no se debe jugar. Quien cae en ella es como si estuviera aplastado por un deseo de muerte; siente disgusto por todo; la relación con Dios le resulta aburrida», ha afirmado Francisco durante la catequesis de este miércoles

El papa Francisco ha continuado este miércoles con su ciclo de catequesis sobre vicios y virtudes durante la audiencia general. En concreto, ha hablado de uno que «a menudo pasa desapercibido»: la acedia. Este término se suele remplazar por pereza, aunque, como dice el pontífice, «la pereza es más un efecto que una causa». Así, en primer lugar, explica qué es la acedia.

«Es una tentación peligrosa, con la que no se debe jugar. Quien cae en ella es como si estuviera aplastado por un deseo de muerte; siente disgusto por todo; la relación con Dios le resulta aburrida; e incluso los actos más santos, aquellos que en el pasado le habían calentado el corazón, ahora le parecen completamente inútiles», ha subrayado. Etimológicamente significa «falta de cuidado».

También ha destacado que la acedia se define como «demonio del medio día» y recordado la definición del monje Evagrio: «El ojo del acedioso está continuamente fijo en las ventanas, y en su mente fantasea sobre los visitantes. […] Cuando lee, bosteza a menudo y es fácilmente vencido por el sueño […] hasta que el hambre lo despierta y lo empuja a ocuparse de sus necesidades. […] El acedioso no realiza con diligencia la obra de Dios».

Así, Francisco ha añadido que para quien cae en este pecado, «la vida pierde significado, rezar resulta aburrido, cada batalla parece carecer de sentido. […] Es un poco como morir antes de tiempo, y es feo».

Pero hay remedio. Y para ello hay que mirar a los maestros de la espiritualidad. Uno de ellos, ha afirmado el Papa, es la paciencia de la fe. «Aunque bajo el azote de la acedia el deseo del hombre sea estar en otro lugar, evadir la realidad, debemos tener el coraje de permanecer y de acoger en mi aquí y ahora, en mi situación tal como es, la presencia de Dios. Los monjes dicen que para ellos la celda es la mejor maestra de vida, porque es el lugar que concretamente y cotidianamente te habla de tu historia de amor con el Señor», ha añadido.

Por tanto, la acedia supone una batalla de la que no se vieron libres ni siquiera los santos, como muchos recogen en sus diarios. «Estos santos nos enseñan a caminar durante la noche con paciencia, aceptando la pobreza de la fe. Recomendaron, bajo la opresión de la pereza, mantener un menor compromiso, fijarse metas más al alcance de la mano, pero al mismo tiempo resistir y perseverar apoyándose en Jesús, que nunca abandona en la tentación», ha agregado.

Así, ha reconocido al final de su intervención que la fe, aunque esté afectada por la prueba de la acedia, «no pierde su valor». La fe permanece y, por eso, ha animado a «salvaguardar los rescoldos de la fe» cuando esta tentación aceche.

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