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El primer Sínodo Diocesano del siglo XXI

Lo tuve claro desde el principio, convencido de que la renovación de la Iglesia debe hacerse caminando juntos con Cristo y con la participación de todo el pueblo de Dios, sacerdotes, vida consagrada y laicos. Nadie debería quedar fuera de esta llamada del Obispo, que sabe que un sínodo diocesano es «justo y necesario» si queremos ir dando, en comunión, todos los pasos necesarios para, desde nuestra conversión personal y pastoral, dar respuestas a los retos de evangelización que debemos ofrecer incansablemente al hombre y a la mujer de nuestro tiempo.

Cinco son los subrayados que desde el principio he ido repitiendo si queremos comenzar bien, continuar mejor y ser una auténtica gracia para toda la Iglesia que camina en Toledo, como un nuevo Pentecostés.

  1. Una vez que pasemos del Sínodo anunciado al Sínodo convocado, donde ha sido necesario consultar al Consejo Presbiteral y también deseo consultar a todos los Consejos que el Obispo tiene para realizar su misión, se comienza el camino de inicio de tu tiempo de preparación que culminará con la Asamblea Sinodal.
  2. Partimos de un diagnóstico siempre iluminado por la Fe, de cómo se encuentra en estos momentos nuestra Archidiócesis de Toledo. Partimos de lo que en estos momentos somos y tenemos.
  3. La Iglesia que navega en este mundo entre los consuelos de Dios y los conflictos de una sociedad que es la que tenemos que servir y que es, que ha dado las espaldas a Dios y que vive en una crisis continua, porque ha perdido el no saber de donde viene ni a donde va. El Sínodo diocesano, insisto, en esta sociedad secularizada tiene que encontrar en docilidad al Espíritu Santo, como seguir ofreciendo la Redención liberadora de Cristo a la gente de nuestro tiempo y de siempre.
  4. El Sínodo Diocesano no se puede enfocar como un “tinglado” más en que somos metidos que estamos “cansados y agobiados”, de tanto como tenemos que hacer. Es que no llegamos a lo que ya tenemos, como para más reuniones, más convocatorias, más líos.
  5. Desde mi experiencia de Sínodo Diocesano como un auténtico Pentecostés, de gracia y comunión, lo he vivido como un auténtico «kairos». Toledo necesita una renovación, como conversión personal y pastoral.
    Todos los grupos parroquiales deben ser grupos sinodales. Consejo Parroquial, catequistas, asociaciones, movimientos, cofradías. No hay que formar solo grupos nuevos del Sínodo, sino los grupos que ya se reúnen que incorporen e integren todo lo que el Sínodo les ofrece, que les ayudará incluso en su caminar diario.
    También deben ser grupos sinodales toda la vida consagrada, contemplativas, comunidades religiosas, vírgenes consagradas, institutos seculares.
    Pueden surgir nuevos grupos sinodales de personas ocasionales, alejadas que deseen ser escuchadas y escuchar en su deseo de caminar juntos con Jesús.
    Animo a todos los párrocos, a todos los sacerdotes, a toda la vida consagrada, a todos los laicos a subirse al tren de un momento histórico sin precedentes, para celebrar el gozo de nuestra fe, orar mucho, formémonos en lo que Jesús a través de su Palabra, del Magisterio de la Iglesia y la rica historia de Toledo con sus Arzobispos y con toda la historia, nos aliente a dar respuesta a los retos que nos enfrentamos como dice el Papa Francisco en un cambio de época.
    Desde las cuatro Vicarías invocamos a la Madre de Dios y Madre nuestra que la llamamos Sagrario, Caridad, Prado y Guadalupe. Santa María del Sínodo, ruega por nosotros
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