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Esperar y actuar con la creación

Queridos hermanos:

El cuidado de la creación ha desbordado la Jornada que le dedicamos el 1 de septiembre para convertirse en un tiempo pastoral, el tiempo de la creación, del 1 de septiembre al 4 de octubre, fiesta de San Francisco de Asís. Al final del verano y al principio del otoño, cuando la tierra agostada se prepara para recibir las próximas lluvias, el ciclo de la naturaleza, de la que formamos parte, comienza de nuevo a la vez que nosotros retomamos nuestras tareas en el nuevo curso. El Papa nos invita este año a “esperar y actuar con la creación”, es decir, a respetar sus ritmos y a acompasar los nuestros.

Para asumir la creación como nuestro hogar es necesaria una conversión, un cambio de mentalidad, que nos lleve a establecer relaciones nuevas con nuestro entorno: pasar del dominio al cuidado, de la utilidad a la belleza, del servirse al servir, de la explotación al respeto, de considerarlo una despensa a verlo como un jardín.

Relaciones nuevas también entre las personas, relaciones que no estén basadas en el intercambio mercantil, en el que todo se compra y se vende, sino en la solidaridad y el amor. No basta con repartir las habitaciones de una casa entre los inquilinos para construir un hogar. Una casa no es una pensión en la que pagamos por alojarnos bajo un mismo techo con servicios comunes. A un hogar se pertenece por una relación personal. Para cuidar la casa común tenemos que pensar en todos, incluidos los últimos y los que vengan después de nosotros, por encima de intereses individuales del momento.

Cuando Dios puso en el cielo los astros, reunió las aguas y apareció la tierra seca, creó las plantas, los animales… se complació en sus obras y vio que eran buenas. Independientemente del uso que nosotros les demos, las creaturas son preciosas a los ojos de Dios. Antes de la creación del hombre, ya había vida en la tierra que daba gloria a Dios; y si –Dios no lo quiera– llegase a desaparecer la vida humana, la creación seguiría cantando sus alabanzas hasta el fin del mundo. El sentido y el valor de la realidad creada no depende de nuestra tasación o aprovechamiento, sino de la voluntad divina que las creó. Y, si aceptamos su designio, nosotros no podemos por más que respetar, admirar y cuidar la bondad y la belleza que el Señor puso en ellas.

Durante mucho tiempo se ha instalado entre nosotros un antropocentrismo despótico y despiadado que vacía de valor la realidad y la ve exclusivamente para disfrute del ser humano. No es este el punto de vista de la Escritura desde el mismo Génesis. El Catecismo de la Iglesia católica afirma que «toda criatura posee su bondad y su perfección propias… Queridas en su ser propio, reflejan, cada una a su manera, un rayo de la sabiduría y de la bondad infinitas de Dios. Por esto, el hombre debe respetar la bondad propia de cada criatura para evitar un uso desordenado de las cosas» (n. 339).

Estamos en el tiempo de la creación, que tiene sus propias celebraciones. En la diócesis, tendremos una Jornada de Ecología integral el día 20 de septiembre en El Palancar, desde las 12h hasta las 18.30 h. Y a continuación, a las 19h, habrá una Vigilia de Oración por el cuidado de la creación. Y el día 7 de octubre tendrá lugar la clausura de este tiempo en la Vigilia que, con motivo de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, celebraremos en la Parroquia de San Juan de Cáceres a las 20,30h. ¡Estamos todos invitados!

Con mi bendición,

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