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Evangelizadores digitales: ser influencer es influir y cambiar la vida del otro

La Delegación de jóvenes del Arzobispado de Madrid celebra este viernes el I Encuentro de Evangelizadores Digitales

Atendiendo a la estela que marca el Vaticano, el arzobispo de Madrid, José Cobo ha mostrado su interés en la evangelización en el mundo digital y ha encargado a la delegación de Jóvenes que trabajen en una nueva pastoral centrada en la comunicación digital. El primer paso de este trabajo, liderado por Laura Moreno, delegada episcopal de jóvenes, es el I Encuentro de Evangelizadores Digitales que se celebra este viernes 12 de abril en Madrid.

Un encuentro que cuenta con la presencia de monseñor Lucio Ruiz, secretario del Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede. En un coloquio con los periodistas ha explicado que el trabajo con los misioneros digitales empezó en la Santa Sede paralelo al Sínodo de la Sinodalidad. Las personas que evangelizan desde las redes sociales, que son muchas, se preguntaron cómo podían contribuir y surgió así el proyecto ‘La Iglesia que escucha’, un proyecto misionero que consiste en ir a las personas a las que normalmente, por los cauces habituales no se llega. En la prueba piloto participaron tres influencers, y ahora son miles. Gracias a este trabajo se ha conseguido que el 30% de los participantes en los cuestionarios del sínodo sean personas no creyentes. ¿Por qué quisieron participar del proceso? «porque tienen sed de Dios. Hay una búsqueda y también una confianza en la figura del influencer, es como el testigo en el Evangelio» explica monseñor Ruiz.

¿Qué importancia tiene que la Iglesia esté presente en el mundo digital? Es la forma de estar presente en el mundo de hoy, igual que «los misioneros aprendieron la lengua de los nativos». Evangelizar, insiste el secretario, no es solo hablar de Jesús, es «ir a las preguntas existenciales, ir al encuentro del dolor y curarlo con Jesús». Y para eso el entendimiento es imprescindible, por ello hay que entrar en ´las nuevas formas, la gramática de la nueva cultura».

Es un nuevo camino que abre nuevos desafíos. Por un lado, el peligro de quedarse en la realidad virtual. En este sentido el Padre Joaquín, que hace misión en Instagram, señala la importancia de que «los seguidores acaben en algo presencial, porque Cristo es presencia, la Iglesia es real y el encuentro con Jesús es real, no virtual». En segundo lugar, como ha sucedido a lo largo de la historia en todos los ámbitos, estos misioneros son personas y como tal pueden equivocarse, son a veces también ovejas descarriadas. Esto sucede especialmente cuando están solos. El móvil es una herramienta de adicción para todos así que es un trabajo que no se puede hacer solo, es necesaria la compañía de la Iglesia concreta. Esa compañía, insiste Lucio, «nos saca de las elucubraciones intelectuales que no son reales».

Por otro lado, los influencers católicos deben ser conscientes de la responsabilidad que tienen. Influir es amar, explica monseñor Ruiz. Lo ilustra con un ejemplo. A la Iglesia no le importan los números sino esa influencia en el amor. De hecho, uno de los que participa en el proyecto de ‘La Iglesia escucha’ tiene solo 13 seguidores, son personas que se iban a suicidar que a raíz del encuentro con este misionero digital han decidido no hacerlo. «Él dice que no puede tener más, porque los acompaña uno a uno. Esto es la influencia de la ternura, del amor, del abrazar la vida del otro. Influencer es influir en la vida del otro».

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