El Santo Padre ha animado a sus miembros a «inspirar caminos de vida auténtica y a ensuciarse las manos evangélicamente en la transformación del mundo»
El Papa Francisco ha recibido en una audiencia este viernes a la Federación Internacional de Universidades Católicas. El Santo Padre ha instado a las universidades a «ser protagonistas en la construcción de una cultura de paz, a inspirar caminos de vida auténtica y a ensuciarse las manos evangélicamente en la transformación del mundo y en el servicio a la persona humana».
Francisco ha preferido entregar su discurso en papel y no leerlo, ya que como él mismo ha comentado, sentía «cierta dificultad para respirar debido a un resfriado que todavía no se va». El Pontífice ha explicado que en un tiempo de gran fragmentación «debemos tener la audacia de ir contracorriente, globalizando la esperanza, la unidad y la concordia, en lugar de la indiferencia, las polarizaciones y los conflictos».
Una búsqueda común de la verdad animada por el amor
El Santo Padre ha exhortado a las instituciones de la Iglesia a «demostrar que tienen otra naturaleza y se mueven según otra lógica» ante un mundo actual en el que «incluso la educación se está convirtiendo, lamentablemente, en un negocio y grandes fondos económicos sin rostro invierten en escuelas y universidades como se hace en la bolsa». Ha añadido que «un proyecto educativo no se basa sólo en un plan de estudios perfecto, un equipamiento eficaz o una buena gestión. En la universidad debe palpitar una pasión mayor, debe verse una búsqueda común de la verdad, un horizonte de sentido, y todo ello vivido en una comunidad de conocimiento donde la generosidad del amor, por así decirlo, se toque con la mano»
Que las universidades católicas no se cierren al mundo
.También ha citado la «pequeña fábula» de Franz Kafka, para recomendar no «confiar la gestión de las universidades al miedo, como, en cambio, sucede con frecuencia, en la tentación de encerrarse tras los muros, en una burbuja social segura, evitando los riesgos o los desafíos culturales, dando la espalda a la complejidad de la realidad. El miedo devora el alma. No rodeen nunca la Universidad con muros de miedo. No permitan que una Universidad Católica se limite a replicar los muros típicos de las sociedades en que vivimos: los de la desigualdad, la deshumanización, la intolerancia y la indiferencia, de tantos modelos que buscan fortalecer el individualismo y no invierten en la fraternidad».
Ayudar a la Iglesia en el diálogo sobre temas contemporáneos
Por último, Francisco ha agradecido a las universidades católicas por «la enseñanza, la investigación y la retribución a la comunidad» y les ha pedido que ayuden a la Iglesia a «iluminar las aspiraciones humanas más profundas con las razones de la inteligencia y las ‘razones de la esperanza’, y a conducir sin miedo diálogos sobre los grandes temas contemporáneos, a traducir culturalmente, en un lenguaje abierto a las nuevas generaciones y a los nuevos tiempos, la riqueza de la inspiración cristiana; a identificar las nuevas fronteras del pensamiento, de la ciencia y de la técnica y a habitarlas con equilibrio y sabiduría, y también a construir alianzas intergeneracionales e interculturales en el cuidado de la casa común, en una visión de ecología integral, que dé una respuesta eficaz al grito de la tierra y al grito de los pobres».
El Papa recibe al presidente de Colombia, Gustavo Petro
En otro orden de cosas, el Santo Padre ha mantenido un encuentro privado de unos 40 minutos con el presidente de Colombia, Gustavo Petro, quien también ha mantenido un coloquio con el cardenal Gallagher, sobre las buenas relaciones entre Colombia y la Santa Sede, así como los esfuerzos en la promoción del diálogo y la reconciliación en este país. Francisco obsequió al presidente Petro, un bajorelieve de bronce que representa dos manos que se estrechan, con el telón de fondo de la columnata de San Pedro, con una mujer con un niño y un barco de emigrantes, y en la cual se lee la inscripción «Llenemos nuestras manos con otras manos». Por su parte, el presidente colombiano le regaló a Francisco un poncho artesanal colombiano y el reconocido café producido en Colombia.