El papa Francisco ha expresado este martes su «cercanía espiritual» con todos los afectados por las trágicas inundaciones acaecidas en Libia, invocando las «divinas bendiciones de la consolación, la fortaleza y la perseverancia» para que sostengan y reconforten a los familiares y allegados de las víctimas, así como a las personas que participan en las labores de rescate.
En el momento de escribir estas líneas, las lluvias que han sumergido por completo la ciudad libia de Derna —situada en la parte oriental del país— habían dejado al menos 3.000 fallecidos y cerca de 10.000 desaparecidos, en una ciudad de 100.000 habitantes. Para colmo de males, la tormenta derrumbó dos presas que liberaron millones de litros, arrasando barrios enteros a su paso. Francisco se ha mostrado «inmensamente triste por la inmensa pérdida de vidas y la destrucción causada» por las inundaciones en el telegrama que el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, ha enviado en su nombre al nuncio apostólico en Libia, monseñor Savio Hon Tai-Fai.
En contraste con la gestión que el gobierno marroquí está haciendo del terremoto de Marrakech, las autoridades de Libia han pedido ayuda internacional de manera inmediata, si bien también han recibido críticas por parte de los servicios de emergencia al no anticipar la magnitud del desastre. «Falta de todo. Se necesita ayuda, medicinas, alimentos, refugios para los desplazados y voluntarios, para los medios de comunicación en una zona enorme sin electricidad…», según el llamamiento hecho por la Media Luna Roja —rama internacional de la Cruz Roja—, y recogido por Vatican News.
El Pontífice, por último, ha comprometido sus «oraciones por las almas de los fallecidos y de todos los que lloran su pérdida». El Gobierno de unidad nacional libio ha decretado tres días de luto oficial y la suspensión de la actividad de todos los sectores laborales, salvo los referentes a seguridad, sanidad y emergencias, durante 48 horas en el este del país.
