Después de acudir al Parque del Perdón para confesar a varios jóvenes, el papa Francisco se ha dirigido al centro parroquial de la Serafina, en un barrio especialmente desfavorecido de Lisboa, para mantener un encuentro con representantes de algunos centros de asistencia de la Iglesia, donde ha recordado que «la caridad es el origen y la meta del camino cristiano». Y allí, ante los presentes, voluntarios y beneficiarios, les ha dicho que su presencia «nos ayuda a no olvidar la ruta, el sentido de lo que hacemos».
Sobre esta base, el Papa ha subrayado tres aspectos concretos que, a la vez, son invitaciones, no solo para los que están dedicados a la asistencia social, sino para todos los cristianos. El primer es «hacer el bien juntos». «Vivir, ayudar y amar junto; jóvenes, y adultos, sanos y enfermos». Y ha enviado un mensaje especial a los enfermos: «No somos una enfermedad o un problema. Cada uno de nosotros es un don único, un don valioso y sagrado para Dios, para la comunidad cristiana y para la comunidad humana». En segundo lugar, el pontífice ha recalcado la necesidad de actuar concretamente, aquí y ahora.
No ha podido terminar el discurso
Dicho esto, ha interrumpido el discurso porque no podía leer bien: «Son muchas las cosas que quisiera decirles, pero sucede que no me están funcionando los reflectores y no puedo leer bien. Se lo voy a dar para que lo hagan público y no forzar la vista y leer mal. Eso no se puede hacer».
Pero no ha terminado ahí su intervención, pues ha querido detenerse «en algo que no está escrito». En el amor concreto, «el que se ensucia las manos». «Cuando le doy la mano a una persona necesidad, enfermos, marginados, ¿hago así) [haciendo el gesto de limpiarse]. ¿Le tengo asco a la pobreza de los demás? ¿Busco siempre la vida destilada, esa que existe en mi fantasía, pero no en la realidad? Cuantas vidas destiladas, inútiles, que pasan por la vida sin dejar huella, porque su vida no tiene peso. Aquí tenemos una realidad que deja huella, que está dejando huella y es inspiración para los demás», ha agregado.
De hecho, el papa ha asegurado que no puede existir una JMJ sin tener en cuenta la realidad caritativa y asistencial, porque es también juventud en la medida en que «genera vida nueva». «Al tocar la realidad de la miseria de los demás, están generando vida. Gracias. No se desanimen», ha concluido.