El Santo Padre ha enviado un mensaje a los participantes en el Encuentro con Instituciones y Organismos de ayuda a la Iglesia de América Latina y El Caribe
El Papa Francisco ha emitido este martes un mensaje enviado a los participantes en el Encuentro con Instituciones y Organismos de ayuda a la Iglesia de América Latina y El Caribe, reunidos en Bogotá (Colombia) del 4 al 8 de marzo de 2024. El Santo Padre ha indicado que «la gratuidad es imitar la manera que tiene Jesús de entregarse por nosotros, su Pueblo, siempre y totalmente, a pesar de nuestra pobreza. Y ¿por qué? Por amor».
Francisco ha planteado su reflexión a partir de dos dinámicas que aparentemente están en contraposición, es decir, el de los resultados que parecería ser contraria a la gratuidad. «Cuando hacemos un esfuerzo, como en el caso de las ayudas que se destinan a la Iglesia en América Latina, es natural que pretendamos un resultado. No obtenerlo podría estimarse un fracaso o al menos nos deja la sensación de haber trabajado en vano. Pero una tal percepción parecería ser contraria a la gratuidad, que evangélicamente se define como dar sin esperar nada a cambio (cf. Lc 6,35)».
El Pontífice ha recordado que «Dios nos lo ha dado todo. Nos ha dado la vida, la creación, la inteligencia y la voluntad para ser dueños de nuestro destino, la capacidad de relacionarnos con Él y con los hermanos. De ese modo, todo lo que tenemos o es Dios, o es prueba y prenda de su amor. Si perdemos esa conciencia en el dar y también en el recibir, pervertimos su esencia y la nuestra».
Dios se da en medio de su Pueblo
También ha explicado que «un punto de inflexión en nuestra reflexión es ver dónde se da el Señor, pues nos abre la puerta a un camino concreto. Desde la creación, el Señor se nos ha ido dando, tomando nuestro barro en sus manos, nuestro pecado, nuestra inconstancia, manteniéndose fiel a pesar de las reiteradas infidelidades de Israel, de los discípulos, de los apóstoles, con su encarnación, su cruz, sus sacramentos».
Francisco ha concluido su mensaje escribiendo que «el esfuerzo no es inútil, porque hay un fin. Dándonos así, imitamos a Jesús que se entregó para salvarnos a todos. Abrazar la cruz no es signo de fracaso, no es un trabajo en balde, es unirnos a la misión de Jesús de llevar «la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos».