El Papa dedica la catequesis de este miércoles a proseguir con el ciclo dedicado a vicios y virtudes. Se ha centrado en la templanza
El Papa Francisco ha dedicado la audiencia de este miércoles a tratar la última de las virtudes cardenales, la templanza, siguiendo así con el ciclo que está dedicando a los vicios y virtudes. El Santo Padre ha recordado cómo, ya para los griegos, su práctica tenía como meta la felicidad.
La templanza describe el Papa, es «la capacidad de autodominio, el arte de no dejarse arrollar por las pasiones rebeldes, de poner orden en lo que Manzoni llama “el revoltijo humano”». Es la virtud de la justa medida. «En un mundo en el que tanta gente se jacta de decir lo que piensa, la persona templada prefiere, en cambio, pensar lo que dice». Como resultado, ha explicado, «quien practica la templanza no hace promesas vacías, sino que asume compromisos en la medida en que puede cumplirlos».
Esto puede aplicarse también a los placeres. «¡Cuántas personas que han querido probarlo todo vorazmente se han encontrado con que han perdido el gusto por todo! Mejor entonces buscar la justa medida: por ejemplo, para apreciar un buen vino, es mejor saborearlo a pequeños sorbos que tragárselo todo de golpe».
También se puede aplicar al ámbito de la familia, en el que «todos corremos el riesgo de no mantener bajo control las tensiones, las irritaciones, la ira». Esto no significa que en algunos momentos sea necesario indignarse, puesto que «una palabra de reproche a veces es más saludable que un silencio agrio y rencoroso. La persona templada sabe que no hay nada más incómodo que corregir a otro, pero también sabe que es necesario: de lo contrario se estaría dando rienda suelta al mal».
En nuestro mundo, todo empuja al exceso, en cambio, «la templanza se lleva bien con actitudes evangélicas como la pequeñez, la discreción, el escondimiento, la mansedumbre». Pero esto no significa, aclara Francisco, que la templanza nos vuelva grises y sin alegría. «Al contrario, hace que uno disfrute mejor de los bienes de la vida: estar juntos en la mesa, la ternura de ciertas amistades, la confianza con las personas sabias, el asombro ante la belleza de la creación».