En la festividad de san Esteban, primer mártir de la historia, Francisco ha recordado cómo su testimonio cambió el corazón del futuro apóstol san Pablo
En la festividad de san Esteban el Papa Francisco ha recordado la figura del primer mártir, cuya muerte por causa de Cristo es la primera piedra de la conversión de su perseguidor, el futuro San Pablo. «Pensemos por un momento en esta escena -ha indicado el Pontífice- Pablo y Esteban, el perseguidor y el perseguido. Entre ellos parece que hay un muro impenetrable, duro como el integrismo del joven fariseo y como las piedras lanzadas contra el condenado a muerte». Pero, más allá de la apariencia, «hay algo más fuerte que les une: a través del testimonio de Esteban, el Señor está preparando en el corazón de Saulo, sin él saberlo, la conversión que le llevará a ser un gran apóstol». Ha rescatado el Santo Padre la frase que ya se decía con los primeros mártires y sigue siendo verdad hoy, que la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos.
Y sigue siendo verdad porque dos mil años después la persecución continúa. Siguen siendo muchos los que mueren por testimoniar a Jesús. «Ahora, como entonces, la semilla de sus sacrificios, que parece que muere, germina, da fruto, porque Dios a través de ellos continúa cambiando los corazones y salvando a los hombres».
Francisco ha invitado a rezar por todos ellos y a preguntarse: «¿Busco testimoniar el Evangelio con coherencia y confianza? ¿Creo que la semilla del bien dará fruto aunque no se vean resultados inmediatos?»
