Skip to content Skip to sidebar Skip to footer

Gema Sáez: «Pastoral y deporte deben unir fuerzas en la formación integral del alumno»

La profesora titular del Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y exjugadora de baloncesto lidera un proyecto que investiga en varios centros educativos el impacto de la actividad deportiva en la formación integral y, en concreto, en su dimensión espiritual

Gema Sáez siempre ha vivido la relación entre fe y deporte con naturalidad. En su carrera como jugadora de baloncesto —llegó a alzar el Campeonato de España—, Dios siempre ha estado presente. Bien para dar gracias por los dones recibidos, bien para apoyarse en él ante decepciones o lesiones. Una unión que ha trasladado al ámbito profesional, ya alejada de la competición, como profesora de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en la Universidad Francisco de Vitoria. Allí, coordina el Grupo de Investigación Deporte y Hecho Religioso. En este contexto, se enmarca un innovador proyecto que pretende potenciar lo que ella llama pastoral deportiva en los centros educativos, esto es, integrar la formación espiritual y deportiva.

Antes de entrar en materia sobre este proyecto, una pregunta más personal: ¿Cómo le ha ayudado la fe en la actividad deportiva?
La fe ha sido y es vital para mí. Es una forma de ser y de estar en el mundo. Siempre he dado gracias a Dios por los dones recibidos para la práctica deportiva, e identificarlos me ha permitido ponerlos al servicio, en mi caso, del baloncesto. Hay una frase a la que siempre he acudido desde la adolescencia: «Cuando las cosas no van de acuerdo con tus planes, debes saber que Dios siempre tiene un plan para ti. Si pones tu confianza en Él, te dará grandes regalos a su tiempo». Me he apoyado mucho en ella cuando los resultados en el deporte no eran los deseados e incluso cuando tuve lesiones inoportunas en mis mejores momentos deportivos.

¿En qué momento decide investigar sobre la relación entre religión y deporte?
Si hay que resaltar un momento clave es, en 2018, cuando el Vaticano publica el documento Dar lo mejor de uno mismo sobre la perspectiva cristiana del deporte y la persona humana. A raíz de ello, surge la idea de proponer una acción formativa en esta dirección. El hecho de trabajar en la Universidad Francisco de Vitoria (UFV) como docente e investigadora en el Grado en Ciencias de la Actividad Física del Deporte ha potenciado mi dimensión como deportista creyente. Fruto de todo esto es la creación del Grupo de Investigación Deporte y Hecho Religioso, con el fin de visibilizar la relación que hay entre el deporte y la fe; trasladándola a las distintas realidades en las que puede estar presente: colegios, instituciones, universidad, parroquias, etc. 

¿Qué frutos está dando esta investigación?
Desde hace años, estoy implicada en la propuesta formativa Razón Abierta, de la UFV, que aborda el estudio de la ciencia, las Ciencias del Deporte en mi caso, desde cuatro preguntas fundamentales: antropológica, epistemológica, ética y de sentido de la vida. Desde esta propuesta, y en el marco del citado grupo de investigación, surge un proyecto orientado a identificar el impacto que tiene el deporte escolar en la formación integral y, en concreto, en la dimensión espiritual de los alumnos de centros educativos católicos. Actualmente, se está realizando en colegios de Madrid, Sevilla y Valencia de dos instituciones religiosas: la Orden de San Agustín (OSA) y los Legionarios de Cristo (LC).

¿En qué fase está?
Estamos en la primera fase, en la que mediante un cuestionario dirigido a los alumnos de 2º y 3º de la ESO se pretende analizar cuál es la capacidad que tienen a la hora de identificar valores o situaciones del deporte que puedan tener transferencia a la vida de fe. La siguiente fase consistirá en diseñar, tras evaluar los datos recogidos, una rúbrica para verificar si la práctica deportiva en la asignatura de Educación Física y en las actividades extraescolares permite relacionar la pastoral y el deporte. Con las conclusiones, se presentará a los centros educativos el diagnóstico y el plan de pastoral deportivo adaptado.

Al mismo tiempo, está realizando formaciones relacionadas con la pastoral y el deporte en centros educativos. ¿De qué se trata?
Actualmente, colaboro con instituciones religiosas, como la Orden de San Agustín. Al haber estudiado en el Colegio Nuestra Señora del Buen Consejo de Madrid, el legado de san Agustín ha quedado muy arraigado en mí. Dentro del programa formativo que la OSA ofrece para los agentes de pastoral de sus colegios, imparto la sesión sobre Deporte y Pastoral, haciendo una transferencia del deporte a la identidad agustiniana, con los rasgos más característicos de su espiritualidad: búsqueda de la verdad, interioridad, comunidad, voluntad, introspección, inquietud de corazón… Todo ello, con el objetivo de mostrar a los docentes cómo la pastoral deportiva se convierte en herramienta formativa, de manera que puedan identificar dos realidades que tocan a la persona. Por otro lado, he impartido también a los directores deportivos de los colegios de la orden agustiniana, en España, una acción formativa cuyo objetivo es trasladar los valores agustinianos al deporte, resaltando la figura del director deportivo, los entrenadores y los padres. Una de las claves fue: «Es importante que lo que sucede en los colegios desde las 17:00 a las 21:00 horas esté en consonancia con lo que ha sucedido de 9:00 a 17:00 horas». Es decir, coherencia entre la formación curricular y la extraescolar. Hace poco, di una formación a unas cien personas de la Fundación Amor de Dios —directores generales, pedagógicos y de innovación, gobierno provincial, patronato y equipo de titularidad— sobre el deporte como sentido de pertenencia a la institución.

¿Qué puede aportar la pastoral a la actividad deportiva?
Más que aportar tienen que complementarse. No deben ser departamentos independientes que atiendan a su especificidad, sino que tanto la pastoral como el deporte deben unir fuerzas en la formación integral del alumno. Debe haber una comunicación fluida y permanente entre ellos, ya que muchas veces se presentan situaciones que se resuelven más eficazmente cuando existe una unidad de criterio y acción en el centro; tales como la coincidencia de convivencias de fin de semana con competiciones deportivas o la confluencia de entrenamientos con acciones pastorales. Al final, el alumno se ve en la tesitura de tener que elegir a qué acudir, en vez de facilitarle que pueda participar en todo.

Es evidente que hay que cuidar la formación de entrenadores y directores deportivos. ¿Y la de las familias?
Los padres tienen un papel trascendental en la formación deportiva de los hijos. Es importante que los colegios tengan clara su identidad católica, se mantengan fieles a ella a todos los niveles, incluso en el deporte, y la presenten a la comunidad educativa para que se conozca. Se debe hablar de un deporte formativo, por lo que es fundamental que alumnos, padres y entrenadores conozcan lo que eso implica. Este enfoque no es incompatible con el competitivo, y es lo que hay que hacer ver a las familias. La formación y la competición deben ir de la mano, pero lo que debe primar es la formación integral. Se dan situaciones en colegios, y entre padres, en que hay un deseo de competición donde prima que jueguen aquellos educandos más dotados a nivel deportivo, incluso a costa de que haya otros que salgan desmotivados hacia la práctica del deporte, solicitando darse de baja la temporada siguiente. Esto debe invitar a una reflexión a toda la comunidad educativa. Aproximadamente, solo un 0,05 % de las personas que hacen deporte llegan al mundo profesional. Más que poner el foco en los que pueden llegar, habría que centrarse en el deporte como herramienta de formación integral.

¿Se puede evangelizar a través del deporte?
Por supuesto. La mejor forma de evangelizar es a través del ejemplo y del testimonio. Por mucho que se diga, lo que siempre queda son las acciones. Si uno es coherente en la vida deportiva y de fe, si es reflejo en el deporte de los valores del evangelio, hay muchas posibilidades de que los demás se pregunten: ¿por qué esta persona vive así? ¿Qué le mueve a comportarse de esa manera en el terreno de juego? Un buen ejemplo se da cuando los domingos coincidimos en la celebración eucarística con las entrenadoras de mis hijos, ya que esto permite dar coherencia entre lo que viven en casa —la importancia del deporte y la fe— y lo que ellos experimentan.

¿Cree que la Iglesia atiende suficientemente al deporte?
Cada vez se está prestando más atención a este tema por todo lo que aporta a la persona. Ojalá podamos seguir trabajando para que el deporte sea un verdadero instrumento de crecimiento humano, de cohesión social y, por supuesto, de evangelización. 

This Pop-up Is Included in the Theme
Best Choice for Creatives
Purchase Now