Este domingo cuarto de Pascua, el domingo del Buen Pastor, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y la Jornada de Vocaciones Nativas con la finalidad de “suscitar en todos los jóvenes la pregunta por su vocación y para invitar a toda la comunidad cristiana a orar y acompañar las vocaciones que la Iglesia necesita en nuestro mundo”.
En las palabras de Jesús a Pedro “apacienta mis ovejas” descubrimos el encargo a los apóstoles y sus sucesores, de continuar la tarea de Jesús el Buen Pastor que cuida y da la vida por sus ovejas. De tal manera que, sin los pastores no es posible la Iglesia, sin las vocaciones consagradas no sería a la iglesia de Jesús. Sin el anuncio misionero no se llevaría el mensaje salvador a todas las personas. Necesitamos vocaciones y necesitamos vocaciones nativas para que la buena noticia de Jesús llegue a todos.
El lema de este año “Hágase tu voluntad, todos discípulos, todos misioneros” es una llamada a todos los creyentes, no sólo los consagrados, para que, como nos dice el Papa Francisco, “ser partícipes de su proyecto de amor y encarnar la belleza del Evangelio en los diversos estados de vida”. (Mensaje del Santo Padre Francisco para el 61 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones).
Nos recuerda Francisco, que todos tenemos que escuchar la llamada de Dios para poder responder al deseo de felicidad que llevamos dentro. Llamada que se hace especial a los jóvenes. Ellos son los primeros a los que interpela el señor. Hoy en día vemos que su respuesta es muy pobre. Revertir esto pasa por animarlos a que se dejan cuestionar por el estilo de vida de Jesús; que vean la vida, en especial la de las personas más débiles, como una llamada de Dios para salir de sus comodidades y no permanecer indiferente ante los necesitados. Pasa porque los jóvenes recuperen la confianza en la Iglesia, en su mensaje, en sus estructuras, en su papel de mediadora entre Dios y los hombres.
Dios respeta la libertad de las personas, pero a la vez, nos invita a que estemos en sintonía con él, que hagamos de mediadores para que su mensaje y la tarea de la Iglesia sea apreciada y conocida por todos.
Valoremos la vocación, valoremos la forma de vida de los consagrados, los valores que asumen, la alternativa que representan ante un estilo de vida individual y poco solidario. Si no se conoce esa forma de seguir a Jesús, no se va a valorar y, si no se valora, nadie va a optar por ella.
“Despertemos del sueño, salgamos de la indiferencia… para que cada uno de nosotros pueda descubrir la propia vocación en la iglesia y en el mundo y se convierta en peregrino de esperanza y artífice de la paz”. Con estas palabras exhortaba el Papa Francisco a los jóvenes en Portugal y las recoge también en el mensaje de esta jornada. Son para los jóvenes y para todos los que se sienten rejuvenecidos con la Resurrección de Nuestro Señor.
Queramos, valoremos y oremos por las vocaciones y por el compromiso de todos por ser “artesanos de fraternidad y de paz”.
