Homilías para 3 Domingo Tiempo Ordinario, B, (25-1-2015)
NVulgata 1 Ps 2 E – BibJer2ed (en) – Concordia y ©atena Aurea (en)
San Juan Pablo II, Homilía en la parroquia de Santa Teresa de Jesús 24-1-1982 (it pt):
«1. “Está cerca el reino de Dios: Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1, 15).
La palabra divina de la liturgia de hoy nos propone dos temas principales para meditar. El primero de ellos es la conversión; el segundo, la vocación.
La conversión es proclamada por el profeta del Antiguo Testamento Jonás, al que Dios envió a una gran ciudad, Nínive: “Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada” (Jon 3, 4) a causa de sus pecados. Así, por medio del Profeta, hablaba a Nínive el Señor, de quien dice el Salmista que “enseña el camino a los pecadores” (Sal 25, 8).
La conversión es proclamada también por Jesucristo: “Cumplido es el tiempo, y el reino de Dios está cerca; convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1, 15).
En uno y otro caso la conversión significa alejamiento del mal, del pecado. En el primer caso –el libro de Jonás– el alejamiento del mal se impone por el miedo al castigo. En cambio Jesucristo invita a la conversión por la cercanía de Dios y de su reino.
- La conversión es un momento clave en la vida interior de cada uno de los hombres, en la vida religioso-moral. Esta tiene múltiples características y se realiza en diversos períodos de la vida. Nosotros hablamos de conversión cuando se trata de un vuelta fundamental que decide el cambio de dirección en la vida y en la conducta. Pero hay también conversiones cotidianas, que aparentemente pasan casi inadvertidas y se refieren a problemas en apariencia pequeños, y sin embargo importantes para el desarrollo del alma humana.
Se habla también de la primera y segunda conversión y, a veces, incluso de la tercera. La primera significa el alejamiento de los pecados graves que obstaculizan la vida sobrenatural. Las sucesivas conversiones se refieren a las etapas ulteriores en el camino del alejamiento del mal y del acercamiento a Dios.
Este es el primer tema que descubrimos en la palabra de la liturgia de hoy. A este tema hay que referir también las palabras del Salmo responsorial: “Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor” (Sal 25, 6-7). La conversión está en íntimo y orgánico vínculo con la misericordia divina.
- El segundo tema –como he dicho– es la vocación.
Sobre la vocación del hombre por parte de Dios habla también la primera lectura: “Levántate y vete a Nínive, la gran capital, y pregona allí el pregón que te diré” (Jon 3, 2). Jonás se levantó y fue.
La lectura del Evangelio según San Marcos recuerda la llamada de los primeros apóstoles. En los dos casos allí citados se trata de dos hermanos: primero de Simón (llamado después Pedro) y de su hermano Andrés; luego de Santiago, hijo de Zebedeo, y de su hermano Juan. Cristo llamó a los dos primeros en las riberas del mar de Galilea, cuando, al ser pescadores, “estaban echando el copo en el lago” (Mc 1, 16). Les dijo: “Venid conmigo y os haré pescadores de hombres” (Mc 1, 17). A los otros los llamó cuando, junto al mismo mar, “estaban en la barca repasando las redes” (Mc 1, 19). Y también ellos, “dejaron a su Padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él” (Mc 1, 20).
Como se ve, la vocación significa la llamada del hombre por parte de Dios. Dios llama al cumplimiento de tareas que asigna al hombre y, al llamarlo, le manda tener confianza de que llegará a realizar su misión. Así fue precisamente en el caso de Jonás, que incluso quería huir de la llamada de Dios, juzgando que era superior a sus fuerzas. Los hijos de Jonás y de Zebedeo, llamados junto al mar de Galilea, siguieron muy gustosamente a Cristo. Sin embargo, es sabido que en el camino de su vocación apostólica les esperaban diversas pruebas a cada uno de ellos.
Al tema de la “vocación” se refieren también las palabras del Salmo de la liturgia de hoy: “Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas. Haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador” (Sal 25, 4-5).
Precisamente: la esperanza. Si Dios pone ante nosotros la misión, también nos da su gracia.
- Estos dos momentos –el de la conversión y el de la vocación– tienen una importancia determinante en la vida de cada uno de los cristianos. Se puede decir que en ellos se desarrolla toda la economía salvífica de Dios respecto del hombre, y en el ámbito de esta economía divina el hombre madura desde dentro.
Esta maduración presupone el alejamiento del mal, la ruptura con el pecado, la extirpación de las malas predisposiciones, la lucha, a veces dura, con las ocasiones de pecado, la superación de las pasiones: todo el gran trabajo interior, gracias al cual el hombre se aleja de todo lo que en él se opone a Dios y a su voluntad y se acerca a la santidad cuya plenitud es Dios mismo.
La conversión es, pues, un movimiento bipolar: el hombre se aparta del mal para orientarse hacia Dios; y precisamente por esto en el camino de la conversión se encuentra la vocación. En efecto, en la medida en que el hombre se dirige hacia Dios encuentra la función que Dios le asigna en la vida. Esto se puede expresar todavía mejor: en la medida en que el hombre se dirige hacia Dios descubre que su vida es una misión que Dios le ha asignado. Y la aceptación de esta misión significa una prueba de amor a Dios y a los hombres. Así el hombre “se convierte” de modo nuevo en el que “es”.
Simón y Andrés, Santiago y Juan, siendo pescadores en el mar de Galilea, se convirtieron de modo nuevo en pescadores, “pescadores de hombres” (Mc 1, 17) (…).
- En la segunda lectura de la liturgia de hoy habla san Pablo con palabras que pueden sorprender alguna vez: “Os digo, pues, hermanos: El tiempo apremia. Por tanto, los que tienen mujer, vivan como si no la tuviesen. Los que lloran, como si no llorasen. Los que están alegres, como si no lo estuviesen. Los que compran, como si no poseyesen. Los que disfrutan del mundo, como si no lo disfrutasen. Porque la representación de este mundo pasa” (1Co 7, 29-31).
Sí, este mundo pasa (…); pasa la representación de este mundo. ¡Solo Dios no pasa! Y por ello la vida tiene un valor estable en la medida en que nos alejamos del mal y nos acercamos a Dios mismo por el camino de la conversión. Y tiene un valor estable en la medida en que aceptamos la misión que Dios nos asigna y la cumplimos».
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LA PALABRA DEL PAPA.– «Jesús, al dar a Simón (…) el título, más aún, el don, el carisma de la fuerza, de la dureza, de la capacidad de resistir y sostener –como es precisamente la naturaleza de una piedra, de una roca, de un peñasco–, asociaba el mensaje de su palabra a la virtud nueva y prodigiosa de este apóstol, que había de tener la función, él y quien le sucediera legítimamente, de testimoniar con incomparable seguridad ese mismo mensaje que llamamos Evangelio» (Pablo VI, Audiencia general 3-4-1968: fr it). «El mensaje de Cristo, de generación en generación, nos ha llegado a través de una cadena de testimonios, de la que Nos formamos un eslabón como sucesor de Pedro, a quien el Señor confió el carisma de la fe sin error» (Pablo VI, Homilía 20-9-1964: it). «Junto a la infalibilidad de las definiciones “ex cáthedra”, existe el carisma de asistencia del Espíritu Santo concedido a Pedro y a sus sucesores para que no cometan errores en materia de fe y de moral y para que así iluminen bien al pueblo cristiano» (San Juan Pablo II, Audiencia general 24-3-1993: es it). «Al escogerme como Obispo de Roma, el Señor ha querido que sea su Vicario, ha querido que sea la “piedra” en la que todos puedan apoyarse con seguridad» (Benedicto XVI, Homilía en la capilla Sixtina 20-4-2005: de es fr en it lt pt).
LOS ENLACES A LA NUEVA VULGATA.– «Esta edición de la Neo-Vulgata puede servir también (además de especialmente para la liturgia) para que la tengan en cuenta las versiones en lengua vulgar que se destinan a uso litúrgico y pastoral, y (…) como base segura para los estudios bíblicos» (San Juan Pablo II, Constitución apostólica Scripturarum thesaurus 25-4-1979: de es fr en lt pt). «La palabra sagrada debe presentarse lo más posible tal como es, incluso en lo que tiene de extraño y con los interrogantes que comporta» (Benedicto XVI, Carta al presidente de la C. E. Alemana sobre un cambio en las palabras de la Consagración 14-4-2012: de es fr en it pl pt).