II DOMINGO DE PASCUA, “B”. DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA, DOMINGO “IN ALBIS”
(Act 4, 32-35; Sal 117; 1Jn 5, 1-6; Jn 20, 19-1)
“Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: -«Paz a vosotros.». -«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidas.» (Jn 20, 19.23)
Circunstancias humanas
Es la hora en que comienza la noche, los discípulos permanecen encerrados en la casa, llenos de miedo, con el dolor de la ausencia, tentados por el desánimo y la incredulidad, ambiente poco propicio para inventos luminosos. El trauma sufrido es demasiado fuerte como para jugar a visiones fantásticas, que les perecerían irrespetuosas.
Reacciones pascuales
Experiencia luminosa: Los discípulos reciben la visión que les hace testigos: “Hemos visto al Señor”, y aseguran que su vida ha sido transformada y ha quedado definitivamente afectada.
Alegría: Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Para siempre el gozo interior será una señal en el discernimiento.
Paz: Jesús saludó a los suyos: “La paz con vosotros”. Los maestros espirituales enseñan que “tanto en paz, tanto en Dios”. Lo que es de Él da paz.
Perdón: El resucitado regala a la Iglesia el poder de perdonar. Cuando nos perdonamos, nos divinizamos.
Misión: Jesucristo envía a los suyos con el mensaje de la misericordia. -«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidas.»
Confesión creyente: Tomás vence su escepticismo y confiesa: “Señor mío, y Dios mío”. Con frecuencia nos acontece que mientras no llegamos a nuestros propios límites, no confesamos la grandeza del Señor.
Bendición: Jesús proclama una bienaventuranza que nos alcanza: “Dichosos los que no han visto y han creído”
Santa Teresa de Jesús
“A otras personas será por otra forma, a ésta de quien hablamos, se le representó el Señor, acabando de comulgar, con forma de gran resplandor y hermosura y majestad, como después de resucitado, y le dijo que ya era tiempo de que sus cosas tomase ella por suyas, y El tendría cuidado de las suyas, y otras palabras que son más para sentir que para decir A otras personas será por otra forma, a ésta de quien hablamos, se le representó el Señor, acabando de comulgar, con forma de gran resplandor y hermosura y majestad, como después de resucitado, y le dijo que ya era tiempo de que sus cosas tomase ella por suyas, y El tendría cuidado de las suyas, y otras palabras que son más para sentir que para decir” (Moradas VII, 2, 1).