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Inicio del nuevo curso pastoral 2024-2025

“Peregrinos de esperanza”

En el inicio del nuevo año pastoral, os saludo cordialmente a todos, especialmente a los sacerdotes, a los consagrados, a todos los agentes pastorales y a los fieles laicos que, en diversas tareas y ministerios, animáis vuestras comunidades. Con este breve escrito quisiera señalar algunos aspectos para el nuevo curso pastoral 2024-2025 que estamos a punto de iniciar. Nuestro motor para este año debe ser la docilidad al Señor: dejar que sea Él quien marque nuestra acción pastoral. No olvidemos que el Señor nos concede su Espíritu Santo, que es quien nos acompaña día a día y nos impulsa a vivir nuestra fe y nuestro compromiso eclesial, como una respuesta constante a la vocación a la que hemos sido llamados.

La Programación pastoral de este curso 2024-2025, elaborada por el Consejo diocesano de pastoral, quiere ser la brújula que nos vaya guiando en nuestro caminar como agentes de pastoral. No se trata de una lista de iniciativas para ser agotadas en un año. Es algo de mucho más calado, no es algo puntual, sino que la Programación está llamada a configurar el estilo de nuestra Iglesia diocesana para ayudarnos a todos a dar razón de la esperanza que se nos ha dado.

Toda la Iglesia está comprometida en un camino sinodal que no pretende añadir cosas nuevas a lo que ya hacemos, sino ayudarnos a vivir nuestro ser comunidad de un modo nuevo, más sinodal, es decir, más en comunión. En este camino que hemos iniciado hay que identificar opciones y preparar propuestas que nos ayuden a centrarnos no tanto en lo que el mundo debe cambiar para acercarse a la Iglesia, sino en lo que la Iglesia puede hacer para favorecer el encuentro del Evangelio con el mundo. Se trata de reflexionar sobre cómo los discípulos de Jesús podemos ser más “sinodales” para caminar con el Señor y con todos nuestros hermanos.

El Espíritu que ha guiado a la Iglesia de Osma – Soria a continuar la misión evangelizadora durante estos años, ahora nos llama a todos los bautizados a tomar conciencia de una mayor corresponsabilidad y presencia cristiana en nuestra tierra soriana, afrontando los desafíos del presente y los retos de futuro. Tenemos que continuar el proceso iniciado sin olvidar las dificultades que nos hemos encontrado y que nos llaman a la conversión personal y pastoral para ser cauces de la acción del Espíritu. Es necesario salir de una espiritualidad de mínimos y buscar un mayor entusiasmo evangélico. De ahí el lema elegido para este curso pastoral: “Peregrinos de esperanza”.

En continuidad con lo que ya hemos sembrado en los últimos años, conviene reiterar el interés prioritario por aspectos como la escucha, la formación, el diálogo y la corresponsabilidad, de nuevo señalados como ejes trasversales en nuestra Programación pastoral. En lo referente a la escucha, hay que insistir en la necesidad de propiciar ámbitos y ocasiones de escucha sobre cuestiones humanas y espirituales, pensando ante todo en las personas que no frecuentan el ámbito eclesial, y con el fin de hacer realidad el deseo de una Iglesia atenta al mundo que la rodea. Para alcanzar este objetivo, será necesario coordinar los recursos diocesanos y parroquiales disponibles; pienso, sobre todo, pero no exclusivamente, en las áreas de pastoral familiar, juvenil, vocacional, universitaria, etc., sin olvidar las posibles relaciones con ámbitos no propiamente eclesiales, pero comprometidos principalmente en el trabajo con los jóvenes (la escuela, el deporte…).

En cuanto al diálogo y la corresponsabilidad, no puedo dejar de reafirmar la urgencia de crear y reforzar los órganos de participación parroquiales (Consejo de pastoral, Consejo de economía y otros): es el propio Sínodo el que nos orienta con insistencia hacia este objetivo.

La proclamación del Año Santo con la Bula publicada por el Papa Francisco el 9 de mayo Spes non confundit (“La esperanza no defrauda”, Rm 5, 5), nos ofrece a todos la gran suerte de hacernos peregrinos de la esperanza. Deseamos acoger los dones de la gracia y la invitación a la conversión y las indulgencias que se nos ofrecen para purificar nuestra vida y hacer resplandecer la esperanza que no defrauda.

El nuevo curso pastoral, que inauguraremos en la ermita de Nuestra Señora de Inodejo el próximo 7 de septiembre, nos invita a renovar nuestra confianza en la gracia de Dios que es esencial para perseverar en la vida cristiana en un mundo complejo y desafiante como el nuestro.

Queridos diocesanos: que el nuevo año pastoral nos ayude a encontrar juntos las sendas adecuadas para proseguir nuestro camino común. Que María, Madre de Dios y Madre nuestra, nos ilumine y sostenga en este camino. En la confianza de poder saludaros a todos en Inodejo, recibid un saludo y la bendición de vuestro Obispo.

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