Los desafíos de la inteligencia artificial es el tema del XXIX Curso de Formación de Doctrina Social, que se celebra en Madrid el 2 y 3 de julio
El obispo de Astorga y presidente de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social y Promoción Humana, Jesús Fernández, ha inaugurado este martes el XXIX Curso de Formación en Doctrina Social de la Iglesia sobre el tema Los desafíos de la inteligencia artificial a la Doctrina Social de la Iglesia.
Lo organizan conjuntamente la Comisión Episcopal para la Pastoral Social y Promoción Humana, la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA) y la Fundación Pablo VI.
El prelado ha afirmado que esta es una cuestión que interesa a la Iglesia y, con base en varias intervenciones del papa Francisco, ha defendido que «la IA es, de entrada, buena». «Llega a ser un instrumento poderoso que produce grandes cambios que no siempre son positivos», ha agregado.
En este sentido, ha dicho que podría permitir una democratización del saber o conseguir avances en el ámbito médico, pero también alberga «un uso peligroso», por ejemplo, «anulando la libertad de las personas, controlando ámbitos mentales con fines comerciales o políticos».
Así, Fernández, tras decir que las innovaciones científicas y tecnológicas «no son neutrales», ha reclamado una regulación ética, en la que se garantice «el respeto escrupuloso de la dignidad de cada persona».
No basta un compromiso ético
Por su parte, Fernando Fuentes, director de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social y Promoción Humana, ha recalcado la idea de que haya organismos que se encarguen de las cuestiones éticas y de tutelar los derechos. «No basta un compromiso ético. Si este paradigma se usa sin escrúpulos, si la IA es la única norma que rige, acabará con consecuencias de todo tipo».
Según ha transmitido Fuentes, a la Iglesia le preocupa el impacto de la IA en la desigualdad y, citando el magisterio pontificio, ha dicho que los desarrollos tecnológicos que no den como resultado una mayor calidad de vida, sino que agraven las desigualdades y conflictos «no podrán ser considerados verdadero progreso».
La dignidad humana, en juego
El encargado de impartir la conferencia de apertura ha sido el secretario general de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea (COMECE), Manuel Barrios, que ha defendido la necesidad de «garantizar y proteger un espacio de control significativo del ser humano sobre la decisión que toma una máquina». «Está en juego la misma dignidad humana», ha sentenciado.
Asimismo, ha defendido que la IA debe incluir a todos los seres humanos, perseguir el bien de las personas, tener en cuenta el sistema y proteger el medio ambiente y quedar claro cuando se interactúa con una máquina y un ser humano. También ha recalcado que debe seguir los principios de transparencia, inclusión, responsabilidad, imparcialidad, fiabilidad y seguridad y privacidad.
Al hilo de las aportaciones de la COMECE en la elaboración de la legislación sobre inteligencia artificial a nivel de la UE, ha recordado que la IA «no solo tiene que ver con el desarrollo tecnológico, sino también con la salvaguardia de los derechos de los ciudadanos»
Por ello, ha concluido diciendo que los desafíos éticos que plantea este instrumento «deben abordarse desde un diálogo multidisciplinar para lanzar políticas que equilibren la innovación con principios morales y éticos».
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