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Jornada Mundial de los Niños

Al final del Ángelus del pasado 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada, el papa Francisco anunciaba que este fin de semana,  25 y 26 de mayo, se celebrará en Roma la primera Jornada Mundial de los Niños. La iniciativa responde a la pregunta qué mundo deseamos transmitir a los niños. Siguiendo el ejemplo de Jesús, el Papa con toda la Iglesia quiere poner a los niños en el centro para pensar en su futuro, pidiendo que los escuchemos, cuidemos y guiemos hacia un buen crecimiento. Los niños son la esperanza de la Iglesia y de la sociedad.

Para preparar esta gran cita se han tenido en cuenta sus preocupaciones. Miles de niños han remitido a los organizadores sus dibujos, redacciones y cartas de los que ha surgido con gran insistencia un mensaje: “Papa Francisco, ayuda al mundo a hacer la paz”. La paz es una exigencia apremiante de los niños, que el Papa hace suya cada vez que habla de paz. Los niños ven y sufren las guerras, la violencia, la crispación y el odio, lejos y cerca, también cuando ven a sus padres discutir.

En esta primera Jornada participarán niños y niñas de más cien países, especialmente de aquellos que sufren o han sufrido la guerra. Habrá niños de la República Democrática del Congo, de Afganistán, de Siria, de Ucrania y de Gaza.

Su objetivo es clamar que no podemos ni queremos acostumbrarnos a las guerras ni al sufrimiento de los niños. La Iglesia quiere estar de su lado, haciendo suyo su grito de paz y su llamamiento para que el planeta no sea devastado. La Iglesia quiere dar fuerza, alegría y esperanza a miles de niños.

El Papa ha comprendido la necesidad de volver a partir de los niños para cambiar el mundo. Sigue al mismo Jesús, coloca en el centro a un niño y lo muestra a los adultos como criterio para entrar en el Reino de los cielos (cf. Mc 9,33-37). A partir de los deseos de los niños queremos construir, con la ayuda de Dios, un mundo diferente, donde haya paz, cuidado del medio ambiente y una opción por la fraternidad.

Serán dos días de oración y celebración con los niños, y de reflexión sobre su educación para construir juntos su mañana. Serán días, sobre todo, para orar, porque la oración nos conecta directamente con Dios, Creador y Padre, que nos llena el corazón de luz y de calor y nos ayuda a hacer todo con confianza y serenidad. Como el Papa resalta en su mensaje, “para renovarnos a nosotros mismos y al mundo, no es suficiente con que estemos unidos entre nosotros: es necesario que estemos unidos con Jesús. Él nos infunde mucho valor, porque está siempre a nuestro lado, su Espíritu nos precede y nos acompaña en los caminos del mundo”.

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