El 22 de septiembre, con la apertura la Puerta Santa de la basílica, abriremos un nuevo Año Santo Jubilar en Urda, iniciando con este gesto que evoca el capítulo décimo del evangelio de san Juan, donde el propio Cristo se identifica con la Puerta de entrada en el aprisco de su Iglesia. También la Puerta abierta con el báculo episcopal nos recuerda la Roca de Meribá golpeada por el cayado de Moises, que se manifiesta en el signo dado a Israel ante su falta de Fe, y que es figura del costado abierto del propio Cristo en la Cruz del cual mana sangre y agua al ser atravesado por la lanza del soldado.
La puerta del lado derecho del templo (Ez 47, 1-12) de la cual brota la corriente viva de la gracia se convierte así en una invitación a caminar todos al encuentro del Dios que se nos ha manifestado en Cristo como Misericordia divina con corazón de hombre. En nuestra archidiócesis desde el 25 de enero de 2005 tenemos, por concesión de san Juan Pablo II, Año Santo Jubilar en Urda, siempre que coincida el 29 de septiembre, festividad del Stmo. Cristo de la Vera Cruz, con el domingo. Tres ideas marcarán este nuevo tiempo de gracias para todos los que nos encaminemos a este altar de La Mancha en Urda.
Tres ideas marcarán este nuevo tiempo de gracias para todos los que nos encaminemos a este
altar de La Mancha en Urda.
- Cristo como camino, según nos ha recordado el concilio Vaticano II. Cristo es el camino para el hombre como recuerda Gaudium et Spes 22: «Cristo manifiesta plenamente el hombre al propio hombre». Celebrar el Jubileo de Urda es reconocer nuestra condición de peregrinos frente a todo estancamiento en nuestra vida de Fe, de comunión con la Iglesia y de ayuda a los más necesitados que caminan a nuestro lado; venciendo así los grandes pecados de hoy de los que nos advierte el Papa Francisco en su abundante magisterio, la poltronería y la indiferencia, constituyéndonos así, personal y como comunidad diocesana, en “Iglesia en salida”.
- Cristo se nos manifiesta en este nuevo Jubileo de Urda como templo y casa Dios, «santuario en el que habita la plenitud de la divinidad», decimos en las letanías del Corazón de Jesús. Urda nos recuerda el lugar de la gracia que llega a nosotros –como nos enseña el Catecismo de la Iglesia Católica– por la oración y los sacramentos. Esta basílica y santuario diocesano, el único dedicado a Cristo, esto es al Ungido, nos llama a dejarnos ungir como pueblo reconciliado por la Misericordia entrañable de nuestro Dios y sentarnos a la Mesa de los hijos tras el camino de vuelta a la Casa del Perdón, el Hogar del Padre.
- En este próximo Año Santo Urdetano que coincidirá con el Jubileo universal de la Iglesia en el año 2025 con el lema «Peregrinos de la Esperanza», Cristo se nos manifiesta como meta de toda esperanza humana. El centro de toda la evangelización y de toda labor apostólica en la Iglesia es Cristo que con su misterio pascual ha colmado la esperanza de todos los pueblos. Quiero tener desde estas líneas mi saludo agradecido a los miles de peregrinos que cada año en el correr de los tiempos han buscado junto al Rostro de Cristo sufriente en Urda la esperanza necesaria para afrontar el dolor y superar las pruebas continuas a las que la vida nos expone. Urda es en nuestra iglesia particular de Toledo un manantial de «esperanza que no defrauda» (Rm 5, 5). La piedad de los sencillos, la religiosidad popular, encuentra en Urda un lugar donde la historia de la salvación se entrelaza con la geografía de la salvación, lugares donde Dios quiere manifestar su Misericordia de manera especial con los más necesitados, las nuevas pobrezas del hombre de hoy son en Urda colmadas no con la moneda de plata o de oro, como afirman Pedro y Juan ante la puerta del templo, según refiere el libro de los Hechos, sino con el nombre mismo de Jesús Nazareno: «No tengo plata ni oro, te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar» (Hch 3, 1-10).
Poniéndonos ya en camino al Jubileo de Urda, preludio del Jubileo Universal del 2025 en
Roma, y mientras vivimos el Año Santo de San José en nuestra Archidiócesis de Toledo, pidamos a la Virgen Sagrario de Cristo y primer Santuario de su Presencia entre nosotros, por el
pueblo de Urda y por todos los peregrinos para que sepamos juntos acoger con gratitud el don
de la Misericordia y el Perdón, haciéndonos Peregrinos de la Esperanza