Skip to content Skip to sidebar Skip to footer

La esperanza de una teología: al cardenal Ladaria en su ochenta cumpleaños

* José Granados es doctor en Teología Dogmática y superior general del Instituto de los Discípulos de los Corazones de Jesús y María

El cardenal Luis Francisco Ladaria Ferrer ha cumplido hace poco ochenta años. Para san Agustín simboliza esta cifra la renovación y esperanza del Resucitado. Creo que esta esperanza, tan necesaria hoy, la encontramos en la visión teológica que ha desarrollado el P. Ladaria. 

Esto es así, en primer lugar, porque en la teología de Ladaria destaca la cuestión de Dios. Para sembrar esperanza, toda teología tiene que poner en su centro a Dios. Solo Dios logra conducir a la historia más allá de su horizonte alicorto, hasta la única meta que sacia el corazón del hombre. 

Esta esperanza se refuerza si, con Ladaria, vemos a Dios desde un manantial que no deja de brotar: el Padre, fuente y origen de todo don. Claro, esta primacía del Padre no significa que el Hijo le sea menor, porque el Padre ha entregado todo a su Hijo, sin sombra de envidia. Hasta el punto de que la aceptación por parte del Hijo del don paterno es consumativa del mismo Padre, como afirma san Hilario de Poitiers: «El Hijo consuma al Padre». Entonces, la esperanza no consiste solo en que el Padre nos impulsa como manantial, sino también en que, en el Hijo, hay en Dios un espacio para que el hombre acoja el amor del Padre y responda a él. 

Esto nos lleva a un segundo hilo conductor de esperanza en la teología de Ladaria: su visión de Cristo. En Cristo, Hijo de Dios encarnado, se basa nuestra esperanza en lo mucho que puede dar de sí lo humano. Y es que, como subraya Ladaria, Cristo no es solo hombre perfecto —es decir, dotado, como todos, de cuerpo y alma—, sino que es el perfecto hombre, en quien alcanza plenitud insospechada la definición del hombre. Por eso gusta Ladaria de citar a san Ireneo: solo con la aparición de Jesús pudo entenderse por fin aquello del Génesis, que el hombre fue plasmado según la imagen y semejanza de Dios.

Así, si nuestra sociedad tiene dificultades para aceptar la visión del hombre que transmite la Iglesia, esto no se debe a que se trate de una visión anticuada. Se debe, más bien, a que la Iglesia propone una visión futuriza del hombre, que nos invita a purificar y a transformar lo que somos para alcanzar la plenitud en el Resucitado. 

Llegamos entonces a una tercera corriente de esperanza en la visión de Ladaria. Está dada por nuestra participación en Cristo a través de su Espíritu. Ladaria ha insistido en que el Espíritu ungió en el Jordán la carne de Jesús, para poder luego derramarse sobre nuestra carne. La esperanza cristiana, impulsada por el viento del Espíritu, no nos pide, entonces, abandonar nuestro ser creatural —para alcanzar, por ejemplo, lo poshumano—, sino que nos promete plenitud asumiendo nuestra historia corporal concreta, con origen en las manos del Creador. 

Esta es esperanza también para la Iglesia, pues el mismo Espíritu que descendió sobre la carne humilde de Jesús desciende sobre el cuerpo humilde de ella. Lo concreto de la vida eclesial —su estructura sacramental, su profesión de fe, su camino moral— se hace lugar donde nos toca y promueve el Espíritu, que es, según otra expresión de san Ireneo de Lyon, la «comunicación de Cristo».

Como lema de su escudo episcopal eligió el cardenal Ladaria el texto del Benedictus «in sanctitate et justitia» (Lc 1,75). Si la santidad se refiere a la unión plena con Dios a la que estamos llamados, la justicia recuerda al hombre creado por Dios en el principio, que Cristo asume, purifica y consuma. Así lo evoca san Pablo, al referirse al hombre que se renueva en Cristo según la imagen de Dios, «justicia y santidad verdaderas» (Ef 4,24). San Ireneo de Lyon refería esta «santidad y justicia» del Benedictus al hombre plasmado por Dios que, abrazado con el Espíritu, sube a la gloria del Padre (Adv. Haer. IV,20,4). In sanctitate et justicia resume así la esperanza que el P. Ladaria ha cultivado en su teología, esperanza que simboliza su ochenta cumpleaños. Magis magisque in dies

This Pop-up Is Included in the Theme
Best Choice for Creatives
Purchase Now