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La luz del mundo

Cuarenta días después de Navidad celebraremos la Presentación del Señor en el templo de Jerusalén. Así lo leemos en el Evangelio de la celebración del próximo 2 de febrero: «Cuando se cumplieron los días de su purificación, según la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor» (Lc 2,22). Y añade estas palabras del anciano Simeón: «Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel» (Lc 2,30-32). 

Coincidiendo con la fiesta de la Presentación del Señor, cada 2 de febrero, la Iglesia celebra también la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Este año lo hace con el lema: «Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad». Para encontrar el origen de esta iniciativa es necesario remontarse al año 1997, cuando el papa san Juan Pablo II instituyó un día dedicado a las mujeres y hombres de la vida consagrada. De hecho, esta celebración mundial está relacionada con la fiesta de la Presentación del Señor. Esta fiesta también la conocemos como el día de la Candelaria, fecha en la que se bendicen las velas que simbolizan a Cristo, que es la luz del mundo. 

Todos los bautizados estamos llamados al seguimiento de Cristo. Por el bautismo recibimos el regalo de ser hijos de Dios, hermanos de Jesucristo y templos vivos del Espíritu Santo. Como un fruto más de ello, desde los primeros tiempos de la historia de la Iglesia, ha habido personas, las cuales, por una vocación especial de Dios, se proponen seguir a Jesucristo viviendo un carisma determinado. 

Las personas que asumen libremente esta llamada a la vida consagrada viven los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia por amor al Reino de los cielos. Estos compromisos se llaman «consejos evangélicos», porque fueron propuestos y vividos por Cristo, y son una invitación a seguirle más de cerca, haciendo el mismo camino que Él recorrió. 

Aunque todos los cristianos estamos llamados a vivir estos tres consejos, de acuerdo con la vocación de cada uno, la persona consagrada a Dios vive un camino íntimo de consagración con Dios. Siempre está motivada para darle más gloria y vivir un encuentro particular con Jesús, que le ha invitado a dárselo todo, a consagrarse a Él, y por Él, con Él y en Él hacer un servicio a la humanidad. 

Con ocasión de esta jornada, el próximo viernes, a las 19.15 horas, en la catedral de Barcelona celebraremos una Eucaristía, promovida por la Delegación Diocesana para la Vida Consagrada de la Archidiócesis de Barcelona, juntamente con la Unión de Religiosos de Cataluña. 

Queridos hermanas y hermanos, esta celebración eucarística nos permitirá encontrarnos con personas que siguen los diferentes carismas suscitados por el Espíritu Santo en bien del Pueblo de Dios, para visibilizar la comunión y la necesaria complementariedad entre todos. Os invito a dar gracias por el don de la vida consagrada a Dios, tanto para la Iglesia como para el mundo. Y no dejemos de rezar por los consagrados para que sean siempre fieles a la llamada del Señor. Fieles porque el Señor es fiel.

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