A San Manuel González García, el Obispo del Sagrario abandonado, es muy conocido y querido en nuestra archidiócesis, especialmente por la obra de las Marías de los Sagrarios y Discípulos de San Juan. Este santo sevillano nacido en 1877 fue arcipreste de Huelva y posteriormente obispo de Málaga y Palencia donde murió en 1940. Muchos sacerdotes y parroquias conservan alguna de sus reliquias.
La fundación de las Marías en nuestra archidiócesis ya es centenaria, especialmente desde el año 1910, en que san Manuel, tras el primer viernes de marzo, en Huelva, pidió una «limosna de cariño» para el más pobre de los pobres, el «Santísimo Sacramento». Don Jorge López Teulón escribió el libro «Sagrario, Custodia y Palma», donde se repasan las fundaciones de las Marías en nuestros pueblos, en especial, las primeras en Arisgotas y Ventas con Peña Aguilera, a las que seguirían las de Toledo por el siervo de Dios, Pascual Martín de Mora, Orgaz, y Talavera de la Reina, por el beato Saturnino Ortega, en 1915. Hay varias Marías mártires del siglo XX en proceso de beatificación. El propio san Manuel visitó Toledo en cuatro ocasiones: en 1912, cuando la obra llega a la ciudad; en 1916, cuando se encontró con 70.000 Marías; en 1926, para el Congreso Eucarístico y finalmente en 1935, para la Semana nacional «Pro Seminario».
Actualmente hay más de 900 «Marías» en nuestra archidiócesis y unos 40 «Juanes», denominación popular con la que se conocen los miembros de esta asociación que promueve la «eucaristización» de la acción pastoral, es decir, la de «volver a un pueblo loco de amor por Jesús Sacramentado». También pertenecen a la UNER unos veinte sacerdotes, quince seminaristas y hasta cuarenta y cinco comunidades de vida consagrada. Hay unas treinta parroquias con Marías en activo, y en diecisiete pueblos se conserva la bandera eucarística con el escudo del cáliz y el Corazón eucarístico de Jesús. Muchas Marías están vinculadas a la adoración perpetua y a la adoración nocturna y a otros grupos parroquiales. Por otra parte, la hermana María Pilar Brieva, misionera eucarística de Nazaret, alienta los grupos diocesanos de la UNER, que también están integrados en el área de apostolado seglar.
Tres son los subrayados que la obra de san Manuel, el «Obispo de la eucaristía», siempre ha
ofrecido a una humanidad sedienta de vida y amor:
1. Ser María del Sagrario o Discípulo de San Juan es dar compañía o reparar los tres abandonos de los que hablaba san Manuel González: «el abandono del Sagrario, el del sacerdote y el del pueblo». Para ello son muy útiles los materiales que cada curso elabora la Delegación nacional de la UNER, en este curso dedicados a las partes de la santa misa. También se recomienda anualmente la lectura de alguno de los libros de san Manuel, cuyas obras completas están publicadas en cuatro tomos. En este curso se ha propuesto el testamento de san Manuel: «Si viviéramos nuestras Misas…».
2. Toledo es «Corpus», es eucarístico. Ahora es más necesaria que nunca la «eucaristización». Con ocasión del próximo Sínodo diocesano los grupos UNER también se convertirán en grupos sinodales. Cada uno de los miembros tienen encomendada la adoración y reparación de los sagrarios de las iglesias de nuestra archidiócesis. Además, al tomar la medalla del Sagrario y del Calvario con los colores blanco (por la eucaristía) y morado (por la reparación) uno se compromete a participar con la mayor frecuencia posible en la santa misa y en la comunión y a trabajar apostólicamente para que los hermanos conozcan y amen a Cristo eucaristía.
3. Mi felicitación orante, a todas las personas que a través del carisma de san Manuel, promueven en la archidiócesis de Toledo, el amor al Corazón eucarístico de Jesús.
La última encíclica del papa Francisco sobre el Corazón de Jesús, nos recuerda cómo nos amó Jesús con su corazón vivo en la eucaristía. En ella, la primera encíclica que se ha escrito sobre el Corazón de Jesús, después del Concilio Vaticano II, el Papa nos habla de la locura de su amor a la eucaristía.
Adelante, en vuestra manera de vivir el carisma tan querido por mí y por toda la Iglesia y a
caminar juntos con Cristo en la Eucaristía, en nuestro Sínodo Diocesano.