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Los pobres

Muchas acepciones hay en la palabra pobre según el diccionario. Muchos matices rodean en el habla cotidiana esa misma palabra que engloba sentimientos de compasión o de temor; se utiliza de mil modos huyendo siempre de la realidad definida, “pobre es el necesitado que no tiene lo necesario para vivir” porque cualquiera intenta escapar de lo que parece una maldición y busca solucionar su vida y la de su familia con cierta honestidad y enarbolando la dignidad personal que proclaman los derechos humanos que han firmado muchos países de nuestro mundo.

Los textos evangélicos que anuncian las palabras y los hechos de Jesús van mucho más lejos en la consideración de pobres y pobreza, hasta ser distinguidas ambas realidades con una claridad meridiana, unos, los pobres, como los preferidos por Él y la pobreza como una situación que invita a compartir lo propio con los demás, sin pretender acumular a costa del prójimo; además reconoce en esa posiciónlas limitaciones estructurales del género humano y la fragilidad manifiesta de cada persona que de modo constante tiende la mano solicitando ayuda. Los libros del Antiguo Testamento están llenos de referencias a esta misma situación de pobreza y exige un gran preocupación por la misma con el objetivo de una atención permanente a los necesitados; apunta las actitudes que todo creyente debe observar si acepta la voluntad de Dios quien le ordena de un modo didáctico el amor a los demás con una clara preferencia a los más pobres. Los profetas son tremendamente intolerantes, con palabras muy duras, con quienes no acogen esta voluntad divina y lanzan fuertes acusaciones contra las desigualdades y contra todos aquellos que las promueven o las consienten. También son muy impactantes las cartas de san Juan en un sentido general, las de san Pablo que se fijan en el ámbito interior de las comunidades nacientes y las de los Santos Padres que enseñan a luchar contra las causas de la pobreza.

Este tema es muy amplio con muchas variables que exceden las líneas de este comentario dominical. Ha sido tratado desde una vertiente histórica, desde la sociología, desde la cultura en general o de las actuaciones de las distintas administraciones públicas. Desde un punto de vista cristiano es fundamental su tratamiento y las actitudes que deben desarrollar todos los seguidores de Jesús. Sabemos que es complejo pero ineludible.

Recogiendo la tradición de la Iglesia el papa Francisco ha tenido la valentía de proponer a los católicos y todas las personas de buena voluntad una JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES a celebrar el tercer domingo de noviembre. Es ya el séptimo año que tiene lugar y goza de una general aceptación poniendo en el centro de nuestras reflexiones y oraciones a los pobres. Para la jornada de este año ha escogido una frase del libro de Tobías (4,7) que lo ha convertido en lema: NO APARTES TU ROSTRO DEL POBRE. En los primeros párrafos comenta el Papa la historia familiar del anciano Tobit y las recomendaciones que le dirige a su hijo Tobías, “realiza obras de justicia todos los días de tu vida…”. Por el testimonio de caridad del anciano, el rey lo había privado de todos sus bienes dejándolo completamente pobre. Esto no paralizó su actividad caritativa y continúa la narración resaltando la actitud del padre y del hijo.

Desde el relato de Tobías continúa el Papa reflexionando sobre las causas de la pobreza y la obligada atención que ahora debemos tener hacia los más pobres. Habla de las guerras como necesarias productoras de pobres en nuestro mundo y la constante búsqueda de la paz, de las consecuencias del desorden ético que marca el mundo del trabajo y la dramática situación del mundo juvenil. Se nos pide luchar contra la indiferencia y no apartar nunca del otro nuestro rostro.

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