El obispo auxiliar de Madrid y presidente de la Subcomisión para las Universidades y la Cultura ha participado en la presentación del segundo volumen del Comentario teológico a los documentos del Concilio Vaticano II
El Aula Pablo Domínguez de la Universidad Eclesiástica San Dámaso ha acogido este miércoles la presentación del segundo volumen del Comentario teológico a los documentos del Concilio Vaticano II, editado por la Biblioteca de Autores Cristianos. Concretamente a los documentos Unitatis redintegratio, Dignitatis humanae y Nostra aetate. Además del comentario, el volumen incluye la historia de la redacción y de la recepción de estos textos.
El acto ha sido presidido por Juan Antonio Martínez Camino, obispo auxiliar de Madrid y presidente de la Subcomisión Episcopal para las Universidades y la Cultura. En su exposición, ha realizado una interesante exposición sobre el Concilio Vaticano II, que, según ha explicado, tiene su razón de ser en la evangelización de la cultura moderna y no en la modernización de la Iglesia. «La Iglesia católica hace las cuentas con la modernidad en el Concilio. Es el momento en el que reflexiona sobre la relación entre la sociedad, el hombre y Dios», ha añadido.
Una modernidad —«no se condena, pero tampoco se sacraliza»— que no habría que seguir a ciegas, pues aunque ha traído avances, el prelado ha indicado que fue muy sangrienta. Basta ver lo que sucedió durante el siglo pasado. De hecho, ha dicho que el siglo XX ha sido el más sangriento de la historia y que no ha sido el siglo de los derechos humanos, sino de las declaraciones sobre ellos
Con todo, ha afirmado que «el Concilio Vaticano II sigue siendo la brújula de la Iglesia, pero el Concilio no es el Evangelio». Y ha agregado: «Hay concilios que han pasado a la historia por su inoperancia. Este no va a ser el caso».
Así, ha valorado enormemente el trabajo de la BAC con esta obra, que ayuda a «entender el contexto histórico general», con el relato sobre la redacción, aprobación y recepción de los textos. Y ha subrayado que es fundamental para cualquier persona interesada en la evangelización de la cultura moderna, no en la modernización de la Iglesia.
Para el obispo auxiliar de Madrid, el Concilio se enfrentó a una sociedad que se descristianizaba a pasos agigantados, que pasaba de ser cristiana a pagana, una descristianización que hoy es más intensa.
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A modo de conclusión, Martínez Camino ha reivindicado el papel de los santos y, en especial, de los mártires, porque son «el lugar donde Dios muestra al vivo su rostro en cada época». Y esto encaja muy bien con la intención del Concilio, que era «poner todavía más en forma a la Iglesia para evangelizar el mundo».
Durante el acto, conducido por el decano de la Facultad de Teología de la UESD, Gabriel Richi, han intervenido los autores de los comentarios: el sacerdote Rafael Vázquez, director de la Comisión para la Doctrina de la Fe, que es coordinador de la obra, y Gerardo del Pozo, de la Facultad de Teología de la UESD.
Entre los asistentes, se encontraban, entre otros, el obispo emérito de Almería, Adolfo González Montes; el director general de Publicaciones y Editoriales de la CEE, Manuel Fanjul; el director de la BAC, Juan Carlos García Domene; el secretario técnico de la BAC, Juan Cerezo; y el secretario general de la UESD, Raúl Orozco. También estaba presente el secretario de la Comisión Islámica de España, Mohamed Ajana, y un representante de la Iglesia ortodoxa rumana.
Rafael Vázquez, coordinador de este volumen, ha subrayado en su intervención que los documentos analizados, vinculados al ecumenismo y el diálogo interreligioso, son «un cántico al diálogo en la vida de la Iglesia y concretan aquello que había planteado Pablo VI en Ecclesiam suam y que se había debatido en el Concilio».
También ha destacado «cómo posturas que parecían contrarias acaban encontrándose, con un ejercicio de conversión a la verdad». Y ha abundado: «Todos estos documentos acaban aprobándose por unanimidad y todos se comprometen a trabajar sobre lo que ha dicho la Iglesia».
El texto, ha explicado Vázquez, recoge las aportaciones de los obispos españoles en el Concilio, en ocasiones, olvidadas o víctimas de una leyenda negra que no hace justicia. Ha recordado asimismo a Santiago Madrigal, que inició estos volúmenes y que falleció durante la elaboración de este segundo.
Finalmente, Gerardo del Pozo ha centrado sus palabras en el capítulo que comenta (Dignitatis humanae), recalcando que el Concilio definió el concepto de libertad religiosa, su objeto y destinatarios.