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Natividad de San Juan Bautista

24 de junio

NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA

NVulgata 1 Ps 2 EConcordia y ©atena Aurea (en)

 

San Juan Pablo II, Homilía en Chayka 24-6-2001 (de es fr en it pt uc):

«”Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre” (Is 49, 1).

Celebramos hoy la natividad de san Juan Bautista. Las palabras del profeta Isaías se aplican muy bien a esta gran figura bíblica que está entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. En el gran ejército de profetas y justos de Israel, Juan “el Bautista” fue puesto por la Providencia inmediatamente antes del Mesías, para preparar delante de él el camino con la predicación y con el testimonio de su vida.

Entre todos los santos y santas, Juan es el único cuya natividad celebra la liturgia. En la primera lectura hemos escuchado que el Señor llamó a su siervo “desde el seno materno”. Esta afirmación se refiere, en plenitud, a Cristo, pero, por reflejo, se puede aplicar también a su precursor. Ambos nacieron gracias a una intervención especial de Dios: el primero nace de la Virgen; el segundo, de una mujer anciana y estéril. Desde el seno materno Juan anuncia a Aquel que revelará al mundo la iniciativa de amor de Dios.

“En el seno materno tú me sostenías” (Salmo responsorial). Podemos hacer nuestra, hoy, esta exclamación del salmista. Dios nos conoció y amó incluso antes de que nuestros ojos pudieran contemplar las maravillas de la creación. Todo hombre al nacer recibe un nombre humano. Pero aun antes posee un nombre divino: el nombre con el cual Dios Padre lo conoce y lo ama desde siempre y para siempre. Eso vale para todos, sin excluir a nadie. Ningún hombre es anónimo para Dios. Todos tienen igual valor a sus ojos: todos son diversos, pero iguales; todos están llamados a ser hijos en el Hijo.

“Juan es su nombre” (Lc 1, 63). A sus parientes sorprendidos Zacarías confirma el nombre de su hijo escribiéndolo en una tablilla. Dios mismo, a través de su ángel, había indicado ese nombre, que en hebreo significa “Dios es favorable“. Dios es favorable al hombre: quiere su vida, su salvación. Dios es favorable a su pueblo: quiere convertirlo en una bendición para todas las naciones de la tierra. Dios es favorable a la humanidad: guía su camino hacia la tierra donde reinan la paz y la justicia. Todo esto entraña ese nombre: Juan.

Amadísimos hermanos y hermanas, Juan Bautista era el mensajero, el precursor: fue enviado para preparar el camino a Cristo (…).

Pueblo de Dios que crees, que esperas y amas (…), gusta de nuevo con alegría el don del Evangelio que recibiste (…). Contempla, en este día, a san Juan Bautista, modelo perenne de fidelidad a Dios y a su ley. Él preparó a Cristo el camino con el testimonio de su palabra y de su vida. Imítalo con dócil y confiada generosidad.

San Juan Bautista es ante todo modelo de fe. Siguiendo las huellas del gran profeta Elías, para escuchar mejor la palabra del único Señor de su vida, lo deja todo y se retira al desierto, desde donde dirigirá la invitación a preparar el camino del Señor (cf Mt 3, 3 y paralelos).

Es modelo de humildad, porque a cuantos lo consideran no solo un profeta, sino incluso el Mesías, les responde: “Yo no soy quien pensáis, sino que viene detrás de mí uno a quien no merezco desatarle las sandalias” (Hc 13, 25).

Es modelo de coherencia y valentía para defender la verdad, por la que está dispuesto a pagar personalmente hasta con la cárcel y la muerte (…).

Todos y cada uno sed “luz de las naciones” (Is 49, 6).

Virgen santísima (…), tú desde siempre has guiado el camino del pueblo cristiano. Sigue velando sobre tus hijos. Ayúdales a no olvidar nunca el “nombre”, la identidad espiritual que han recibido en el bautismo. Ayúdales a gozar siempre de la gracia inestimable de ser discípulos de Cristo (cf Jn 3, 29). Sé tú la guía de cada uno. Tú, la Madre de Dios y Madre nuestra, María».

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