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Papa Francisco: «El Espíritu nos da la libertad de hijos, no de esclavos»

En este nuevo ciclo de catequesis dedicado a El Espíritu y la Esposa, Francisco ha dedicado la audiencia general de este 5 de junio al Viento sopla donde quiere. Donde está el Espíritu de Dios está la libertad.

En la catequesis de este miércoles, Francisco ha reflexionado sobre el nombre del Espíritu Santo en la Biblia. La palabra que nosotros conocemos Espíritu es una versión latinizada, el término que utilizaban los Apóstoles y los primeros a quienes fue revelado era Ruach que significa soplo, viento, respiro. El nombre, ha insistido Francisco, es muy importante, «en la Biblia es identificarse con la persona misma. Santificar el nombre de Dios, es santificar y honrar a Dios mismo».

De hecho, ha explicado, «fue observando el viento y sus manifestaciones como los escritores bíblicos fueron guiados por Dios para descubrir un “viento” de naturaleza distinta». En Pentecostés se describe como “el fragor de un viento impetuoso”. Esta imagen del viento, ha señalado el Pontífice, sirve para exprimir la potencia del Espíritu Santo, y junto a la potencia «Jesús introduce otra característica del viento, que es su libertad», como se muestra en el ejemplo de Nicodemo, que va a encontrarle de noche. Entonces Jesús le dice: «el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu» (Jn 3,8).

El viento es libre, no se puede embotellar, igual que el Espíritu Santo no se puede reducir a conceptos o definiciones, como ha intentado en ocasiones el racionalismo moderno. Una tentación que también existe en el campo eclesiástico, «querer reducir al Espíritu Santo a cánones, instituciones, definiciones. El Espíritu crea y anima las instituciones, pero no puede ser en sí mismo cosificado».

De esto hace san pablo la ley fundamental del acto cristiano, como dice a los Corintios, «donde está el Espíritu del Señor, está la libertad». «Una persona libre —indica Francisco— es aquella que tiene el Espíritu del Señor. Y esta es una libertad especial, distinta de la que entendemos normalmente. No es la libertad de hacer lo que queramos, sino la libertad de hacer libremente lo que Dios quiere. No libertad de hacer el bien o el mal, sino libertad de hacer el bien y hacerlo libremente por atracción». En otras palabras, «libertad de hijos, no de esclavos».

¿Y dónde encontramos esta libertad? «La libertad nos la da Jesús. Pidamos a Jesús que haga de nosotros, mediante el Espíritu Santo, hombres y mujeres verdaderamente libres».

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