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Pascua del enfermo

«Dar esperanza en la tristeza», es el lema de este año para la Campaña del Enfermo 2024. Una campaña que comenzó el domingo 11 de febrero, festividad de la Virgen de Lourdes, con la Jornada del Enfermo a nivel mundial y se concluye hoy domingo 5 de mayo, con la Pascua del Enfermo.

Durante este tiempo, desde la Pastoral de la Salud, se quiere promover la reflexión sobre un tema que se presenta particularmente urgente, el aumento de personas que sufren sufrimiento psicológico y emocional. Una preocupación que se apoya en un dato: España encabeza la lista de países que más ansiolíticos consumen en Europa.

Por eso la Pastoral de la Salud ha considerado oportuno reflexionar sobre las causas y formas de acompañar a estas personas a la luz de la Palabra de Dios, a la luz en concreto de las palabras del profeta Jeremías: «Convertiré su tristeza en gozo, les alegraré y aliviaré sus penas» (Jer 31, 13). El objetivo es tomar conciencia de esta realidad teniendo en cuenta que no se trata de una enfermedad mental en el sentido que comúnmente damos a este término, sino que nos ayuda a centrarnos en el cuidado y acompañamiento de las personas que sufren este sufrimiento que se manifiesta en la tristeza, la pena, el desánimo o la ansiedad.

La Pascua del Enfermo significa que Jesús, el Señor, que experimentó el sufrimiento físico y espiritual en su pasión, que murió por todos nosotros, ha resucitado también para nosotros. Celebramos, pues, la Pascua de Resurrección porque el Señor ha resucitado por todos, y a lo largo de los evangelios se nos muestra que Jesús está particularmente atento a todos los dolores y sufrimientos y manifiesta especial atención a la persona del enfermo. La mayoría de los casos de milagros que encontramos en los textos bíblicos son de enfermos que acuden a él a pedir ayuda o que son traídos por otros a Jesús.

Esto significa que en un momento en el que la ciencia y la técnica de la medicina ha avanzado mucho y sabemos que disponemos de numerosos medios para nuestra salud que antes no existían, sigue sin embargo existiendo una dimensión que es el sufrimiento interior, la soledad del enfermo, la angustia de los familiares, el miedo. Y éste debe ser un objetivo de la Pastoral de la Salud, poniendo en un primer lugar la luz de la fe en todas estas situaciones.

Porque sabemos que allá donde no puede llegar la ciencia puede llegar la fe, la confianza en Dios y su amor a través nuestro, y que el calor humano es muy importante en las situaciones de enfermedad. Quiero agradecer hoy especialmente toda la dedicación de las personas que acompañan a los enfermos desde la Pastoral de la Salud, sacerdotes, diáconos, religiosos y laicos. Con su dedicación son rostro del Cristo Resucitado para todos los necesitados.

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