Son muchos los profesores cristianos que dan testimonio de la fe y sus consecuencias de forma natural. María José Sánchez ha avanzado su jubilación para cuidar a su madre y suegros y Juan Carlos Díaz acerca a sus alumnos a los migrantes
En el instituto Gerardo Diego de Pozuelo de Alarcón, en Madrid, están de despedida. La profesora de Filosofía, María José Sánchez, se jubila tras 35 años de docencia. Sus alumnos y compañeros han recibido una carta de agradecimiento en la que cita a una de las filósofas que enseña, Edith Stein: «No aceptar nada como verdad que esté privado de amor. No aceptar nada como amor que esté privado de verdad». María José no se jubila por hartazgo. Si deja la enseñanza a los 60 años, con 35 cotizados, es porque ahora la vida le reclama a otra cosa. Y de la misma forma que no ha escondido nunca su identidad cristiana, ha reconocido públicamente que se va a cuidar de su madre y sus suegros. Aunque no les hemos preguntado, sus alumnos entenderán bien, que, al contrario de lo que hace el mundo, su profesora no se va porque la ley se lo permita, porque quiera disfrutar del tiempo libre. Entenderán que para ella irse es un sacrificio. Porque han aprendido juntos que la dignidad de la persona no viene de sus capacidades. Ni la de la madre y los suegros que María José se va a cuidar, ni la de las personas con discapacidad del Hogar Don Orione, que han conocido gracias al «aprendizaje de servicio».
Con este proyecto, una vez al mes, los alumnos de primero y segundo de Bachillerato acogen en el instituto a personas con una discapacidad seria. Así lo explica María José: «Hacíamos con ellos actividades muy sencillas como un juego con pelota, con el objetivo de aprender a reconocer la dignidad de toda persona, sea cuál sea su circunstancia. Esa actividad ha sido preciosísima y ha permitido también un vínculo con los alumnos bonito, más allá del ámbito académico».
A más de 2.000 kilómetros de distancia del IES Gerardo Diego, hay otro instituto, el IES Punta Larga, en Candelaria, Tenerife, con un perfil de estudiantes un poco distinto. La mayoría de clase media-baja, que conviven con migrantes de 17 nacionalidades distintas. Pero la experiencia con uno de sus profesores, Juan Carlos Díaz, es muy parecida a la de los alumnos de María José. En este caso es el profesor de Religión. Como confiesa a ECCLESIA, él entiende esta clase como «un espacio de encuentro, diálogo y apertura». En 2020, Juan Carlos estaba enseñando a los alumnos de Bachillerato la encíclica Fratelli tutti, del papa Francisco. Al llegar al capítulo segundo, sobre los derechos de los migrantes, surgieron muchas preguntas en clase. «Los chicos comentaron que la acogida a los migrantes que había en el centro no estaba funcionando». Fueron ellos los que propusieron hacer algo para conocerles mejor. Surgió así un proyecto que se concretó meses después en un streaming dirigido a todos. En él, dos alumnos de primero de Bachillerato entrevistaban a varios migrantes para conocer mejor sus circunstancias. Después, cuenta el profesor de Religión, «hicieron un desayuno juntos. Una vez que realizan la acción se producen lazos entre ellos».
Es la historia de unos alumnos que se toman en serio la clase, más allá de los prejuicios que puedan tener hacia la asignatura. Y de un profesor que se toma en serio las inquietudes y objeciones de sus alumnos. La teoría de la Fratelli tutti se convierte así en acto. El proyecto creció, se implicó a otros profesores de otras asignaturas, así como a la Fundación Buen Samaritano e incluso el Ayuntamiento de Candelaria. Los alumnos investigan el pasado de los migrantes a los que van a entrevistar. Para ello, piden ayuda a la profesora de Lengua para preparar las entrevistas, a la de Historia para elaborar los mapas de los viajes que han hecho antes de llegar a las islas, a la de francés para poder entenderse con ellos.
Se dan cuenta de que tienen un gran desafío por delante: «Visibilizar y sensibilizar acerca de las migraciones en Canarias a todas las instituciones sociales, educativas y eclesiales para no caer en la normalización del problema migratorio y olvidar el rostro de personas y situaciones concretas». Es llevar a lo concreto la enseñanza de la Religión: «Todos somos convocados por Dios a vivir la fraternidad, la mesa compartida, construyendo y rehabilitando vida». Los de María José y Juan Carlos son ejemplos de una presencia pública cristiana sencilla en medio del mundo. «No he tenido nunca problema, más bien oportunidad de anunciar una vida más grande. Y me ha ayudado en la vida» insiste María José. Esta presencia pública es algo que preocupa a Pedro Concejero, director del colegio San Ramón y San Antonio de Madrid. «Es muy curioso —expone el director a ECCLESIA— porque siempre he pensado que la escuela deber ser capaz —si es verdaderamente una escuela crítica y profunda donde se formen ciudadanos libres— de criticar y poner en cuestión a la sociedad que la genera, la sociedad desde la que ha surgido. Esta es la gran paradoja. Con respecto a la escuela cristiana pasa lo mismo en otro nivel, es decir, el mundo de hoy es deudor del pensamiento judeo-cristiano, sin embargo, le da la espalda y lo que siempre había sido profundamente contracultural y subversivo —la propuesta evangélica— parece que ahora lo es aún más».
La clave, señala Pedro, es mirar a los alumnos como Jesús miró a Zaqueo. «Nada nos ayuda a crecer más que alguien que nos convoca a un espacio sin juicio, nada nos ayuda a crecer más que alguien que ve en nosotros posibilidades que nosotros mismos no vemos». Señala, además, otro punto revolucionario: educar en la pertenencia, en la dependencia de otros. «Se nos olvida que no lo podemos todo solos, que uno no se corrige solo, que la mirada del otro puede ser una maravillosa aliada para el crecimiento».
El director del San Ramón y san Antonio está convencido de que educar no es llenar de conocimientos, sino encender, «se trata de sacar lo que hay en el corazón humano, de hacer surgir, de ayudar a emerger o como decía Sócrates cuando hablaba de la mayéutica (como si se tratara de un parto) de ayudar a alumbrar algo que está esperando ser despertado».