Es muy recomendable buscar personajes que, por sus cualidades personales, nos muevan a imitar su comportamiento positivo. Pueden ser famosos que se estudian en los libros de historia o también otros, muy cercanos entre parientes y conocidos, a los que admiramos por su forma de comportarse en la vida. Es una búsqueda valiosa que nos permite recuperar lo mejor que tiene el ser humano y fijar nuestra mirada en los aspectos positivos de nuestros semejantes.
Me refiero hoy a la trayectoria del papa Juan XXIII porque el día 3 de junio de 1963 fallecía en Roma tras cinco años de pontificado. Este próximo lunes se cumplen 61 años de su muerte y me parece procedente su recuerdo en estos momentos en los que nuestra sociedad vive con ciertas tensiones y continuos enfrentamientos verbales llegando a las actitudes personales y a las acciones violentas que acaban en guerras de destrucción y muerte. Con profunda fe en Cristo irradiaba bondad y mostraba una intensa bonhomía en sus relaciones con las autoridades del mundo entero y con los cercanos colaboradores. Fue un ferviente buscador de la paz interviniendo en algunos acontecimientos mundiales con resultados alentadores. Escribió un famoso documento, la encíclica Pacem in terris, muy apreciada y bien valorada por todos, que refleja el talante espiritual, la transparencia y sencillez de su alma y su preocupación por todos los sufrimientos humanos, su amor a la paz y su afán por la unidad del mundo. Como él afirmo en alguna ocasión, “hay algunos que se empeñan en complicar las cosas sencillas; yo en cambio prefiero simplificar y aclarar las cosas complicadas”. Otra encíclica que ha pasado a la historia fue Madre y Maestra. Y otros escritos.
Quienes tenemos bastantes años conocimos la figura del papa Juan en la prensa y en los primeros momentos de la televisión. Católicos y gentes de otras confesiones y cosmovisiones se sintieron atraídos por su imagen bonachona y quedaron admirados por su profunda confianza en el Señor. Los jóvenes, o no tanto, han oído hablar de él en las aulas escolares o en algunas charlas de formación religiosa. Os aconsejo que leáis algunos comentarios sobre este Papa y que imitéis sus formas de comportamiento. A todos nos haría mucho bien.
Sintéticamente anoto algunos datos de su biografía: Ángel José Roncalli nace el año 1891 en Sotto il Monte (Bérgamo) en el norte de Italia, ingresó en el Seminario de su diócesis para cursar los estudios eclesiásticos, más tarde en Roma recibe el doctorado en Teología (1904) y es ordenado presbítero. Comienza estudios y realiza trabajos de carácter histórico. Servicio militar y capellán (1915), Presidente en Italia del Consejo Central de las Misiones. Visitador Apostólico, posteriormente Delegado, en Bulgaria y ordenado obispo (1925). Con similar encargo es trasladado después a Turquía y Grecia (1934). Es nombrado Nuncio Apostólico en Francia (1945). Nombrado Patriarca de Venecia y creado cardenal (1952-53). El día 28 de octubre de 1958 es elegido Papa y toma el nombre de Juan XXIII. Fue beatificado en el año 2000 por el papa San Juan Pablo II y canonizado en 2014 por el papa Francisco.
La gran iniciativa de este santo papa fue convocar el Concilio Vaticano II (1962) que continuó su sucesor San Pablo VI y culminó en 1965.
Además de recordar su vida mi deseo es proponerlo a imitación de todos, pastores y fieles, para recuperar su bondad, su confianza en Dios, su respeto y cariño sin ninguna distinción, su optimismo, su afán renovador para hacer más creíble a la Iglesia en el mundo contemporáneo. Fue un buen hermano, un buen padre y un buen pastor. Le pedimos que interceda por todos nosotros.