“Id a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, llamadlos a la boda”. (Mt 22,9)
- En la parábola se dice que los convidados a una fiesta de bodas ponen excusas para no acudir. ¿Cuáles son las excusas que hoy se ponen para rechazar la invitación de Dios a participar en su proyecto?
- ¿Por qué la llamada de Dios parece a muchas personas una trampa para la libertad humana más que una oferta de felicidad, sellada por el amor y la fidelidad?
- Como otras parábolas de Jesús, también esta tiene algún detalle sorprendente para nuestra sociedad. En el mundo de hoy hay muchas gentes por los caminos. ¿Son invitadas a la fiesta o sometidas a servidumbre?
- Ir a los cruces de los caminos para invitar a los que pasan no es un acto de proselitismo ¿Por qué no se comprende más bien como una llamada a practicar la acogida y el servicio?
- El rey advierte a sus mensajeros que inviten a la boda a los caminantes que encuentren. ¿Por qué los mensajeros de hoy nos limitamos a aguardar pasivamente a aquellos que nos encuentren?
- Además el rey encarga a sus mensajeros que inviten a la fiesta de bodas a “todos” los que encuentren. ¿Qué decir de las estrategias de selección y de exclusión que dificultan la universalidad de la invitación de Dios?
- Y yo ¿me siento profundamente agradecido por haber sido buscado e invitado a la fiesta del Señor, cuando andaba perdido por los caminos de este mundo?