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Señor, envíanos pastores

Señor, envíanos pastores. Este es el lema de la campaña en favor de las vocaciones sacerdotales. El lema del Día del Seminario en este año 2024 es una petición que responde, por otra parte, a un mandato del Señor Pedid trabajadores para la mies, porque la mies es mucha y los obreros son pocos. Pero permitidme especialmente aquellos que formáis parte de nuestras comunidades cristianas, que os presente una inquietud cuando hacemos esta oración, cuando pedimos al Señor que nos envíe pastores sacerdotes. ¿Realmente se trata de una petición sincera? ¿Queremos realmente lo que el ministerio sacerdotal significa? ¿Deseamos la Eucaristía? Deseamos el sacramento del perdón. ¿Deseamos ser acompañados para vivir cada uno la vocación en la que hemos sido llamados? ¿O nuestra oración es sólo una oración externa, pero que no supone una inclinación del corazón y de nuestra misma vida? Dudamos de que el Señor llama a hombres, a jóvenes, adolescentes, a niños de nuestras comunidades.

¿Por qué, entonces, no hay respuesta? Yo pienso que esto tiene que ver con el verdadero deseo de la comunidad cristiana, también de la sociedad en la que vivimos, de que exista esta vocación y lo que esta vocación ofrece al pueblo santo de Dios y desde Él a toda la humanidad. Por eso, amigos, os invito claro, a que hagamos esta oración Señor, envíanos pastores, pero haz que cultivemos el deseo vivo.

Que las familias no miren hacia otro lado cuando se habla de las vocaciones. Que estemos dispuestos a invitar también nosotros a chicos que están a nuestro alrededor proponiéndoles que se abran en oración a la llamada del Señor. Que cultivemos en nuestras propias comunidades cristianas el deseo de la Eucaristía. El deseo del perdón. El deseo de ser acompañados en nuestra vivencia como discípulos misioneros de la vocación en la que cada uno es llamado.

Señor, envíanos pastores, los pastores, los sacerdotes, el ministerio ordenado es una humilde mediación sacramental para que sea inmediata la presencia de Jesucristo, que resucitado de entre los muertos, camina con su pueblo y lo hace como un pastor que va delante abriendo el camino, como un pastor que va en medio, animándonos, compartiendo con nosotros los sentimientos de su corazón, como un pastor que va detrás recogiendo a los que están cansados o heridos o despistados o tristes.

Si es una humilde mediación sacramental, para que este pueblo que tiene la forma del cuerpo de Cristo, tenga una cabeza que encabezando su entrega, cante la gloria de Dios. Si somos un pueblo, un cuerpo que es la esposa del Señor, por eso hace falta la humilde mediación sacramental de hombres que, viviendo el amor célibe, quieren ser presencia del esposo en favor de la esposa y para ayudar a engendrar nuevos hijos, nuevos miembros del pueblo santo de Dios.

Es una humilde mediación sacramental para hacer presente al Cordero que quita el pecado del mundo al sacrificado por nosotros. Por eso es un ministerio sacerdotal, es un ministerio de entrega de la vida. ¿Pero para qué? Para edificar un pueblo. Todo el sacerdotal. Un pueblo que no ponga delante en cada uno de nosotros los derechos antes que el deber de amor.

Un pueblo que esté dispuesto a la entrega en favor de los otros. Vivimos esta campaña del Seminario 2024. En medio del Año Jubilar del Corazón de Cristo. Señor, envíanos pastores que tengan que den forma en su corazón a la caridad pastoral, a ese latido del Corazón de Jesús que llamamos caridad del Buen Pastor, el que da la vida por las ovejas, el que las apacienta y les lleva a encontrar pastos y aguas, el que les conduce por el valle de tinieblas y les lleva al banquete de las bodas del Cordero.

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