El pasado 3 de diciembre, fiesta de san Francisco Javier, el papa Francisco hacía pública la aceptación de mi renuncia como obispo de Segovia y nombraba al nuevo obispo en la persona de Mons. Jesús Vidal Chamorro, en la actualidad obispo auxiliar de Madrid. ¡Bienvenido, querido hermano, a esta sede que te recibirá solemnemente el próximo 18 de enero! Vienes en tiempo de esperanza: en Adviento y al inicio del año jubilar dedicado a esta virtud. Por tu preparación y tu juventud llegas cargado de esperanza. Desde el día de tu nombramiento, tu iglesia no ha dejado de rezar por ti y por tu futuro ministerio.
El papa Francisco me nombraba el mismo día Administrador Apostólico de esta «sede vacante». Se denomina así a la sede que, aunque tiene obispo, éste no ha tomado posesión de su oficio. En este tiempo, me corresponde cuidar del gobierno de la diócesis hasta la entrada del nuevo pastor.
La importancia de la sucesión apostólica en una diócesis trasciende lo meramente sociológico: uno se va y otro llega. Sólo desde la eclesiología se entiende qué significa el título de «sucesor de los apóstoles» dado al obispo. El obispo no es un gerente, un moderador que coordina diversas tareas o un simple líder. Es un pastor al estilo de Cristo. Por la ordenación episcopal queda inserto en la cadena de la tradición que se remonta a Cristo y al colegio apostólico. Se convierte en testigo veraz de la fe que sustenta la Iglesia y, por esta razón, en garante de la tradición y de la unidad de la Iglesia. La colegialidad episcopal le hace ser, bajo la autoridad del sucesor de Pedro, corresponsable de la Iglesia universal y, de modo directo e inmediato, pastor de su propia diócesis. La sucesión apostólica no solo garantiza las cuatro notas de la Iglesia —una, santa, católica y apostólica— sino que posibilita a la diócesis vivir la comunión con todas las iglesias.
La Diócesis de Segovia se alegra con la llegada de un nuevo pastor, a quien acogeremos como se acoge a Cristo que lo envía. La presencia del obispo acrecienta la certeza de que el Señor Jesús vive presente en su iglesia, la guía, fortalece y consuela en momentos de abatimiento. Sabemos que los tiempos actuales no son fáciles para la Iglesia, pero también sabemos que la «esperanza no defrauda» como enseña la bula papal del Jubileo de 2025, porque el amor de Dios es más fuerte que cualquier debilidad, fracaso y pecado.
Como Administrador Apostólico de esta Iglesia a la que he tenido el honor de servir, os exhorto a todos los cristianos a recibir al nuevo obispo con entrañable afecto, con sincera colaboración y con la alegría de quien viene para acompañaros como hermano y guiaros como padre hacia la meta que es Cristo. Es una ocasión preciosa para que la Iglesia de Segovia tome conciencia de que, sin la aportación generosa de cada uno al bien común del Pueblo de Dios, no brillará la armonía de todos los carismas y ministerios que conforman la Iglesia bajo la acción del Espíritu. El obispo no está sobre la Iglesia, está en ella y al frente de ella por voluntad de Cristo y, por ser siervo de Cristo, es siervo de todos los miembros de su Cuerp
¡Bienvenido, querido hermano Jesús! Si el Señor ha puesto esta Iglesia suya en tus manos es porque ha confiado en ti y sabe que la cuidarás con la preocupación de que siempre permanezca unida a quien es el «gran pastor de las ovejas» (Heb 13,20). A él te confiamos con la certeza de que nunca te faltará su compañía en esta andadura que pronto iniciarás entre estas gentes herederas de una tradición de siglos de la que se sienten orgullosas y esperanzadas con tu venida de obispo y pastor dispuesto a dar la vida por ellas.