La ley de la Iglesia establece la obligación que tiene el Obispo diocesano de visitar a toda su grey, al menos cada cinco años. El objeto de esta visita pastoral ordinaria son las personas, instituciones católicas, cosas y lugares sagrados que se encuentran dentro del ámbito de la diócesis (cf. cc. 396-397). A lo largo de estos años de mi pontificado en Toledo, vengo dedicando varios meses al año a este menester, que no es sólo una obligación canónica sino, sobre todo, un signo del amor de Dios que camina con su Pueblo para compartir «los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren» (GS 1).
A lo largo de la historia de la Iglesia, estas visitas del Obispo diocesano a los fieles que tiene encomendados, son una «oportunidad para reanimar las energías de los agentes evangelizadores, felicitarlos, animarlos y consolarlos; es también la ocasión para invitar a todos los fieles a la renovación de la propia vida cristiana y a una acción apostólica más intensa. La visita le permite, además, examinar la eficiencia de las estructuras y de los instrumentos destinados al servicio pastoral, dándose cuenta de las circunstancias y dificultades del trabajo evangelizador, para poder determinar mejor las prioridades y los medios de la pastoral orgánica» (Apostolorum Succesores, 220).
Desde que inicié mi labor pastoral en la archidiócesis de Toledo, me he hecho presente, en diversas ocasiones, en todas las parroquias y realidades diocesanas. Y en lo que se refiere a la ciudad de Talavera de la Reina, en particular, mi presencia ha sido continua. Un día a la semana, la tarde de los lunes, recibo a quien lo desea en la Casa de la Iglesia. He celebrado la eucaristía en todos sus templos. Trato con mucha frecuencia con sus sacerdotes y con los agentes de pastoral. Conozco a todas las comunidades de vida consagrada, contemplativa y activa. He asistido a los principales acontecimientos de la vida de la ciudad. Predico en sus iglesias, administro el sacramento de la confirmación a los jóvenes y todos los meses dirijo un retiro espiritual para los fieles del arciprestazgo… Este bagaje me da un amplio conocimiento de nuestra realidad eclesial Talaverana.
Esta cercanía a la ciudad de Talavera de la Reina me hace pensar que la visita pastoral que acabo de comenzar, y que se extenderá hasta las primeras semanas de la cuaresma del 2025, será muy especial. Me permitirá un acompañamiento sosegado de las comunidades cristianas y de cada uno de sus miembros: sacerdotes, consejos parroquiales, catequistas, visitadores, niños y jóvenes, ancianos y enfermos, hospitales y geriátricos, movimientos, asociaciones y cofradías, instituciones eclesiales y no eclesiales, fundaciones, autoridades, y todos aquellos que deseen encontrarse con el Obispo… Celebraré la santa misa en las parroquias. Predicaré la Palabra de Dios y administraré los sacramentos. Me haré presente en los centros de enseñanza y agradeceré personalmente la labor de todos los que trabajan por el bien común. Y buscaremos sentirnos peregrinos de esperanza en este tiempo tan especial que vamos a comenzar: el año jubilar 2025.
Hemos iniciado la visita pastoral en la basílica de Ntra. Señora del Prado y a nuestra celestial Patrona encomiendo los frutos de la misma. Y a san José, patrón de la Iglesia universal, al que honramos gozosamente en su santuario diocesano del barrio de Patrocinio, le pido por todos y cada uno de los hermanos con los que me voy a encontrar en las próximas semanas. Buen adviento y mi bendición cordial para todos.