Jesucristo entra en la historia, vive en la iglesia y anuncia el Reino de Dios. Este curso pastoral que iniciamos va a celebrar en 2025 un año santo que la Iglesia convoca, ahora cada 25 años, para seguir alegrándose y asombrándose por la entrada de Jesucristo en la carne y en la historia hace dos mil veinticinco años. Pero Jesucristo no es alguien a quien recordamos sin más porque vivió hace dos mil años y pico, sino que vive en la iglesia y anuncia el Reino de Dios. Lo hizo cuando salió en su vida pública a anunciar esta buena noticia: “Ha llegado el Reino, convertíos y creed en el Evangelio”. Así, desde este anuncio, corazón de la propuesta que el Señor nos hace y que la Iglesia, también la vallisoletana, quiere hacer hoy, comenzamos este nuevo curso que queremos articular en torno a tres palabras: vocación, comunión y misión.
Sí, Jesucristo entra en la historia obediente a la voluntad del Padre –“en Él todo ha sido un sí, por Él damos al Padre nuestro Amén”– y, como acabamos de recordar, nos llama a la conversión. Ésta encuentra la plenitud de su significado cuando caemos en la cuenta de que el Señor nos llama para realizar una misión y tomamos conciencia de que somos vocación, ya en el don de la vida, pero, sobre todo, por el don de la vida nueva recibida en el Bautismo. Vivir la vida como vocación, asumir la comunión y la misión de la Iglesia como vocación, querer proponer a otros también la llamada a la conversión y la vida como vocación, son aspectos que ya desde el Año Jubilar del Corazón de Jesús nos hemos venido proponiendo. Deseamos que todos puedan tener un encuentro vivo con Jesucristo y que ese encuentro ahonde su conversión y despierte la vocación. La vocación de los laicos, la vocación al matrimonio cristiano, la vocación al ministerio ordenado y a la vida de especial consagración. Esta vida como llamados se expresa de una manera plena cuando somos convocados, congregados y enviados en la Eucaristía como Iglesia, asamblea de llamados para la misión.
La segunda de las palabras fuertes de este año pastoral es comunión; la comunión de la asamblea de llamados, la comunión que brota de la Eucaristía, la comunión que nos ofrece el Dios que es amor–comunión. Una comunión que hemos de hacer visible. Por eso es tan importante que propongamos vivir la fe en comunión, en pequeñas comunidades cristianas, grupos en los que compartamos la y nuestra mirada a la realidad. Equipos de discípulos misioneros en los que compartamos la fe, la vida y la misión. Ejercicio de comunión también queremos que sean los consejos pastorales que en cada parroquia o unidad pastoral hemos constituido o vamos a constituir en estas semanas. Queremos también que a lo largo de este año los consejos de pastoral arciprestal sean una expresión de la comunión entre parroquias cercanas, para también renovar el consejo de pastoral diocesano como expresión de la comunión de toda la Diócesis en los territorios parroquiales, en las asociaciones y movimientos, en las comunidades de especial consagración. Porque la comunión es signo imprescindible para la misión: “Que seáis uno para que el mundo crea”. Qué importante es, queridos presbíteros, que hagamos visible la comunión del presbiterio; qué importante es, queridos hermanos laicos, que participéis de la vida de la Iglesia en asociaciones, movimientos, comunidades y que expreséis también la comunión en la Eucaristía dominical y en la vida de la Iglesia diocesana; queridos hermanos de la vida de especial consagración que enriquecéis nuestra Diócesis con tantas congregaciones, órdenes e institutos de vida religiosa, qué importante es que expreséis la comunión entre vosotros en la realización de obras compartidas, en la presencia en las diversas convocatorias diocesanas, en el encuentro con los laicos y los presbíteros en la Eucaristía dominical.
La tercera de nuestras palabras es misión, pues si Jesucristo ha entrado en la historia y nos llama a la conversión y a la vocación, si vive en la iglesia y es la piedra sobre la que se edifica nuestra comunión y brazos que nos reconcilian y nos reúnen es para hacernos partícipes de su misma misión profética, sacerdotal y real. La misión de anunciar el Evangelio y de hacer nuevos cristianos. Es de especial importancia tomarnos en serio la iniciación cristiana acogiendo juntos la reforma que en este curso comienza de nuestro Directorio de los Sacramentos de Iniciación Cristiana. Qué importante es el testimonio que de cada uno de nosotros que pueda despertar la chispa de la presencia de Dios que está en el corazón de todos. Todos discípulos misioneros, testigos del Evangelio, testigos del Reino de Dios. El Año Jubilar del Sagrado Corazón de Jesús nos hizo decir “reinaré”. Sostenidos por la promesa del Corazón de Jesús al beato Bernardo Francisco de Hoyos queremos anunciar y ensanchar el Reino de Dios con vuestro testimonio, laicos, en los ambientes familiares y sociales y en las instituciones. Un testimonio de la presencia del Reino de Dios entre nosotros.
El curso pastoral comienza con una fiesta de la Virgen el 8 de septiembre que celebramos en la ciudad, Virgen de San Lorenzo, y en tantos de nuestros pueblos. Pongamos bajo el manto y la intercesión de María, nuestra madre, este curso pastoral porque Jesucristo entra en la historia gracias al sí de María, vive en la iglesia que tiene en María su tipo y figura y anuncia el Reino de Dios que María en el Magníficat canta y acoge en su corazón.