Queridos niños y niñas de primera comunión:
Ya llega el día. ¿Estáis nerviosos? Mejor que estéis ilusionados y emocionados porque vais a recibir nada más y nada menos que a Jesús, el Hijo de Dios, el Amigo de verdad. Será un encuentro maravilloso, de confianza en el fondo de vuestro corazón. La primera comunión es inolvidable, deja huella para siempre. Es un recuerdo que nos acompaña toda la vida.
Este año celebramos por primera vez una Jornada dedicada a vosotros, los niños. Será los días 25 y 26 de mayo. Nuestro querido Papa Francisco subraya así el amor que Jesús os tiene y su deseo de estar cerca de vosotros. Si alguno toma la primera comunión esos días, ¡qué coincidencia más hermosa! El Papa ha puesto un título a esos dos días: “Yo hago nuevas todas las cosas”. Son unas palabras de Jesús en la Biblia que promete un mundo cada vez mejor. Vosotros que estáis empezando la vida no solo veréis todo lo nuevo que Dios tiene pensado para este mundo, sino que seréis los protagonistas. Con vuestra energía, con vuestra alegría… sois la esperanza de un futuro mejor.
Por eso, es un atraso que haya niños que no sonrían, que sus ojos cristalinos no comuniquen alegría, sino lágrimas de soledad o abandono. También Jesús es su amigo y también ellos serán los protagonistas del mundo futuro que Dios tiene pensado. Sin ellos, no será lo mismo. ¿Qué podemos hacer nosotros para no dejarlos atrás? El Papa Francisco nos da una pista: “La felicidad crece en la medida en que se comparte, pues nace de la gratitud por los dones que hemos recibido y que a su vez compartimos”. Compartir multiplica la felicidad, no solo de quien recibe sino más todavía de quien da.
Con esta idea, las religiosas Trinitarias Josefinas –¿las conocéis? Son unas religiosas que tienen un colegio en Cáceres–. Pues estas religiosas tienen un proyecto en Perú, que se llama “Casa Hogar Nazaret”, destinado a acoger a niñas sin papas y sin familia, para que tengan casa, amigos, juegos, educación…y sobre todo cariño. Quizás no conozcamos nunca a estas niñas. Pero ojalá no tuviéramos noticias de ellas por sus rostros llorosos y sus miradas tristes. Y, sobre todo, qué bien si un día pudiésemos colaborar con ellas para avanzar juntos en paz.
¡Adelante, siempre adelante! De la mano de Jesús y de su Madre María, que hacen de nosotros una sola familia de hermanos. Dios quiere hacer cosas nuevas con vosotros. Y una de ellas, muy importante: Dios quiere que su belleza y su bondad se refleje en vuestros rostros el día de la primera comunión, y en los rostros de todos los niños y las niñas de la tierra.
¡Feliz primera comunión! Que el recuerdo de este día permanezca para siempre y cada vez que comulguéis os acordéis de este primer encuentro con Jesús presente realmente en la eucaristía, que quiere ser vuestro amigo para siempre.
Vuestro obispo,