El año 2024 que acabamos de comenzar ha sido proclamado por el Papa Francisco como el año de la oración, como la mejor manera de prepararnos para el Jubileo del 2025 para celebrar así el aniversario de la Encarnación del Señor. La oración es un acto, podríamos decir, central en la vida de un creyente.
Nos permite cultivar nuestra fe. Decir Dios existe, quiere comunicarse conmigo. Puedo comunicarme con Él. Jesús oraba y nos enseñó a orar. Por eso, en el año de la oración, la oración que Jesús nos enseñó es para nosotros la referencia fundamental. Todas nuestras oraciones han de invocar al Espíritu Santo, porque sólo en la fuerza del Espíritu Santo podemos decir Padre, Padre.
Desde una hondura del corazón cada vez más profunda, en la fuerza del Espíritu Santo podemos decir Jesús, eres el Señor y nos has enseñado a orar. Santificado sea tu nombre, el nombre de Dios. El Bendito nombre de Jesús, que estamos llamados a repetir en nuestro corazón a lo largo del día en todo este año. Todas nuestras oraciones, de una u otra forma, convergen en un latido profundo del corazón de Cristo.
Venga tu Reino. Sí, este venga tu Reino, que en nuestro Año Jubilar estamos repitiendo de manera insistente nuestras peticiones, que tienen que ver tantas veces con necesidades que experimentamos personales, familiares, sociales, de la Iglesia y del mundo. Todas esas peticiones han de converger en este venga tu Reino. Si por la fuerza del Espíritu Santo decimos en verdad Padre, venga tu Reino. La misma oración ha de disponernos para poder decir con confianza Hágase tu voluntad. Si la oración, la contemplación del nombre de Jesús que nos lleva a decir Padre, también se concreta en nuestra vida, en el deseo de hacer la voluntad de Dios, descubriendo nuestra vocación, cayendo en la cuenta de las llamadas que el Señor realiza a través de las personas, con las con las que nos encontramos y de los acontecimientos que vivimos.
El año de la oración, un año para repetir personal y comunitariamente el Padre Nuestro en cada una de sus peticiones centrales, que son las peticiones del Corazón de Cristo. Qué importante, pues, amigos, que en este año cada uno de nosotros demos un paso adelante en nuestro tiempo concreto de oración. Que también oremos en nuestras familias desde las propuestas sencillas de orar al levantarnos o antes de dormirnos o bendiciendo la mesa, quizás rezando el rosario en familia.
Un año de la oración para que nuestros templos estén un poco más abiertos, para que cuidemos el silencio orante, antes, en medio y después de cada una de las celebraciones. ¡Un año de la oración vivido en medio de nuestro Año Jubilar del Corazón de Jesús, en el que diciendo Maranatha! El Señor no responde y nos dice Venid a mí que cada día de este año 2024 encontremos un momento, un lugar, un tiempo para estar a solas con quien sabemos que nos ama, para tratar de amistad con Él, para experimentar la misericordia de su corazón y para entrelazar el latido de nuestro corazón con los latidos profundos del Corazón de Jesús.
Abba, Padre, santificado sea tu nombre, Maranatha. ¡Venga tu Reino! En cada uno de los momentos y circunstancias de nuestra vida. Amén. Señor, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo, para que viviendo según la vocación en la que hemos sido llamados, contribuyamos, contribuyamos a cantar tu Reino y a hacer que germine con el trabajo de nuestras manos.
Feliz Año Nuevo, queridos amigos. Feliz Año de la Oración, Unidos a toda la Iglesia.