La beatificación de esta hija de santa Teresa de Jesús es el broche de oro del viaje del papa Francisco a Bélgica
El 11 de junio de 2024, la Santa Sede hizo pública la fecha de la próxima beatificación de la hasta ahora venerable madre Ana de Jesús, carmelita descalza. Será este domingo 29 de septiembre de 2024, cuando el papa Francisco, en la Misa que preside en el estadio Rey Balduino de Bruselas, inscriba como nueva beata a esta compañera de santa Teresa de Jesús y de san Juan de la Cruz.
La beatificación será el broche final de la visita del Pontífice a Bélgica y, como han indicado desde la propia Iglesia local, se trata de «un acontecimiento extraordinario», ya que las beatificaciones generalmente las preside el prefecto del Dicasterio de las Causas de los Santos, y cuando son en Roma, solo puntualmente las preside el papa Francisco.
Ana de Jesús, llamada la «capitana de las prioras», falleció en Bruselas (Bélgica) en 1621, y su proceso de beatificación fue iniciado justo después de su muerte, pero por una serie de vicisitudes históricas, ha tenido que esperar hasta el siglo XXI para que el papa promulgue su decreto de virtudes heroicas (2019) y apruebe el milagro obrado por su intercesión (2023). Ana Lobera nació en Medina del Campo (Valladolid), el 25 de noviembre de 1545. Pertenecía a una familia venida a menos, pero muy conocida entre la nobleza del siglo XVI. A los nueve años perdió a su madre, quedando ella y su hermano bajo la tutela de la abuela materna. Desde muy joven manifestó una arraigada tendencia a cultivar una profunda y honda espiritualidad, que chocaba frontalmente con las aspiraciones de su abuela, que siempre soñó para ella un «matrimonio feliz».
Ana de Jesús: hija de santa Teresa
Ana empezó a dirigirse espiritualmente con el jesuita Pedro Rodríguez, que la ayudó a discernir su vocación religiosa. El 1 de agosto, con 24 años, tomó el hábito del Carmelo. A mediados de ese mismo mes, Teresa de Jesús, al regresar al monasterio de San José desde Toledo, conoció a la que sería una de las carmelistas descalzas de primera hora, una de sus hijas más ilustres, fiel colaboradora y defensora de su carisma tras su muerte.
El 1 de noviembre, Teresa de Jesús fundó en Salamanca y, de camino, cuando pararon en el convento de Mancera, Ana conoció por primera vez a Juan de la Cruz, otra persona que iba a ser clave en su vida. En Salamanca convivió muy estrechamente con santa Teresa. «A la M. Teresa —escribe Ana de Jesús— traté con tanta familiaridad, que de vista y por escrito de su propia letra supe casi todas sus cosas, las cuales están declaradas en sus libros». La confianza de la fundadora se manifestó cuando, al partir para Medina del Campo y siendo Ana de Jesús novicia, la dejó encargada de la formación del resto de las novicias. Incluso le recomienda a la priora que le consulte algunos asuntos más relevantes.
Amistad de Ana de Jesús con san Juan de la Cruz
En febrero de 1575, santa Teresa le pidió que la acompañara a la fundación de Beas de Segura (Jaén), donde acaba siendo priora. En octubre de 1578, se encuentra de nuevo con san Juan de la Cruz, que acababa de escapar de la cárcel de Toledo y se dirigía al convento del Calvario, muy cercano a Beas. Al verle en tan deplorable estado y para alegrarle un poco, la madre Ana de Jesús pidió a las monjas que le cantasen una copla y, al escucharla, quedó extasiado. Una vez en el Calvario, Juan de la Cruz y Ana de Jesús iniciaron una profunda amistad espiritual, amistad que daría altos vuelos a la vida de esta hija de santa Teresa. Gracias al testimonio de la carmelita Beatriz de Jesús, sabemos que san Juan de la Cruz «era tan recatado en estas cosas de oración, que si no era con nuestra santa madre o con la madre Ana de Jesús, con quien trataba mucho, no las comunicaba».
Ana de Jesús se ocupó de la fundación del Carmelo de Granada en enero de 1582. Dos meses después, san Juan de la Cruz fue elegido prior de los frailes de Granada, por lo que continuó esta relación fraterna, sobre todo durante los años 1582-1586, en los que colaboraron estrechamente en el gobierno de sus respectivas comunidades. La madre Ana de Jesús le animó a concluir el Cántico Espiritual, que finalizó en 1584. San Juan de la Cruz anota: lo ha escrito «a petición de la madre Ana de Jesús». Y lo publica dedicándoselo a ella.
En julio de 1586, en compañía de san Juan de la Cruz y de Beatriz de Jesús, sobrina de santa Teresa, llega para fundar el Carmelo en Madrid. Será aquí cuando sus superiores, reconociendo su gran valía, le encargan recopilar los libros de santa Teresa, dispersos por la Inquisición y en manos particulares, y así poder entregárselos a fray Luis de León, que será el encargado de su edición. Fue un período de fructífero trabajo con el agustino, al que la madre Ana de Jesús impactó profundamente, tanto que el fraile cambió su duro criterio sobre las mujeres, hasta el punto de que el autor de La perfecta casada le dedicó a ella su Comentario al libro de Job. Al finalizar su edición de las Obras de Santa Teresa, se las dedicó a ella y a las monjas del Carmelo de Madrid.
Fundadora en Francia y Bélgica
En 1604 fue elegida, junto con Ana de San Bartolomé, secretaria y enfermera de santa Teresa, para fundar en Francia. Como las vocaciones fueron muy numerosas, se abrieron muy pronto nuevos Carmelos: Pontoise (1605), Dijon (1605) y Amiens (1606). En agosto, recibió la petición de la infanta Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II y soberana de los Países Bajos, para fundar en Bruselas, lo que aceptó con la condición de llevar también a los frailes carmelitas. En enero de 1607, Ana de Jesús inauguró en Bruselas el primer Carmelo belga, del que fue nombrada priora. En noviembre, fundó el de Lovaina y en febrero de 1608, el de Mons.
Ana de Jesús presta declaración en el proceso de beatificación de Teresa de Jesús en el tribunal de Salamanca. Su testimonio ocupa 25 páginas en la edición de los procesos hecha por el carmelita padre Silverio. Estando en Bruselas de priora, celebra la beatificación de Teresa en 1614. Tras siete años de terrible enfermedad, en que quedó paralítica, murió esta carmelita, a los 75, el 4 de marzo de 1621, en el Carmelo de Bruselas que ella misma había fundado. La ahora beata Ana de Jesús es un eslabón fundamental para la trasmisión del carisma teresiano a la historia. Sus escritos han sido publicados y ampliamente comentados en 1996 en la editorial Monte Carmelo.