Luis Escalante, postulador de las causas de beatificación de la Iglesia Caldea de Irak, participa hoy junto al cardenal Cobo en la Noche de los Testigos, impulsada por Ayuda a la Iglesia Necesitada para denunciar la persecución de los cristianos en el mundo
Luis Fernando Escalante ejerce de postulador en la causa de beatificación del sacerdote iraquí Ragheed Ganni y sus tres diáconos, asesinados a manos de islamistas radicales por desempeñar su labor pastoral en Mosul. Argentino nacido en Tucumán, doctor en Derecho Canónico con formación en filosofía y teología, recibió su ordenación en La Plata. Actualmente, forma parte de la diócesis italiana de Sabina, muy cercana a Roma, adonde llegó tras el ofrecimiento de investigar los martirios de los cristianos en Oriente Medio. «Oraba a Dios pidiendo algún caso que pudiese prosperar, y ahora llevo más de cien», reconoce, en conversación con ECCLESIA.
«Por eso digo que hay que tener siempre cuidado con lo que se pide», bromea. Desde 2017, trabaja en las causas de la Iglesia Caldea de Irak, «que es una Iglesia mártir desde su fundación», explica, destacando el papel de los kurdos en el exterminio de los caldeos. «Son las mejores familias del país, muy bien educados, profesionales… y muy valientes. Quieren regresar a su tierra, de la que vienen siendo expulsados con violencia desde hace siglos», agrega.
La labor cotidiana del padre Escalante es, en sus propias palabras, «ser el forense de la Iglesia». «Tienes que investigar la vida de estas personas, los hechos del martirio, ver cosas feas, hablar con los testigos y familiares, indagar en las motivaciones de los asesinos, documentación… Todas esas cosas que hay que presentar, digamos, como un abogado defensor ante un jurado para que la causa prospere», explica.
Especializado en Oriente Medio, «donde hay decenas y cientos de casos aún por desentrañar», avaló el viajo del papa Francisco a Irak «en el peor momento posible, pero como signo de valentía, compromiso y amor» con un pueblo «que vive una guerra de otros en su propio territorio».
El postulador, que ha vivido en Estados Unidos, es muy crítico con la actuación del país en la región: «No entienden que son comunidades que no son democráticas. Ellos necesitan y buscan siempre un líder fuerte y que los guíe. Para el Islam, religión y Estado es todo uno. Este papel lo desempeñaba en su día Saddam Hussein, que llegó a tener hasta un ministro caldeo, y a su caída lo adoptó el califato».
Hoy, 13 de septiembre, el padre Escalante será uno de los protagonistas de la VIII edición de la Noche de los Testigos, en la que la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) quiere dar a conocer el martirio de Ragheed Gani y sus compañeros, y elevar la voz sobre la persecución a los cristianos de Nigeria.
La vigilia de testimonios y oración se celebrará a las 19:30 horas en la Catedral de la Almudena de Madrid, y estará presidida por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid. Además, se tendrá un especial recuerdo con una oración por la paz en Ucrania y en Tierra Santa. «España es el país de Europa que tiene más reconocidos y cuidados a sus mártires, probablemente por lo sucedido antes y durante la Guerra Civil, y un buen ejemplo es esta Noche de los Testigos, que es impensable en otros países de amplia tradición católica, como Italia o Francia», señala Escalante.
«Esto es muy importante, porque, cuando hablamos de la Shoah, por ejemplo, nunca se dice que los métodos de exterminio que usó Hitler con los judíos los copió y estudió del borrado de los cristianos que tuvo lugar en Turquía a principios del siglo XX. Turquía era un país cristiano, de la noche a la mañana dejó de serlo con mucha violencia y a nosotros parece habérsenos olvidado. Pareciera que da igual», denuncia.
En cuanto al caso concreto del sacerdote Ragheed Ganni, este joven de 37 años fue acribillado a balazos el 3 de junio de 2007, después de celebrar la Divina Liturgia en la iglesia del Espíritu Santo, en Mosul. Formado en el Instituto Irlandés de Roma, había completado sus estudios de Teología en la Universidad pontificia Santo Tomás de Aquino.
Tenía un fuerte deseo de regresar a Mosul y servir a los creyentes y miembros de su Iglesia que sufrían la persecución por parte de los grupos islámicos. Lo consiguió en 2004. Tres años después, los islamistas lo arrestaron una noche, después de celebrar la Divina Liturgia en compañía de sus tres diáconos: Basman Yusef Daoud, Waheed Hanna Isho y Ghassan Essam Bidawid. En ese momento, le recriminaron: «¿No te dijimos que no abrieras la iglesia para la oración?». Él respondió: «¿Cómo puedo cerrar la Casa de Dios?». Días después, los cuatro fueron asesinados en una encerrona en las calles de Mosul.
«Era un muchacho inteligentísimo, muy brillante, con sólida formación en Europa y que destilaba amor. En él y en sus tres acompañantes se aprecian todos los rasgos característicos del martirio», asegura Escalante. En primer lugar, su obispo estaba tramitando ya los papeles para sacar a Ganni, debido a que la cosa «se estaba poniendo extremadamente peligrosa», explica el postulador.
«No hubo tiempo, porque el Señor tenía otros planes», prosigue, «pero esto nos permite ver que no eran suicidas ni temerarios, sino personas valientes y comprometidas con el Evangelio hasta el final». En segundo lugar, «se centra mucho el caso en la figura del sacerdote, pero sus tres acompañantes también se vieron guiados hasta la muerte como por una mano invisible. Cuando tú hablas con las familias, los tres, por separado, sintieron la necesidad de asistir a aquella Eucaristía y acompañar a Ragheed ese domingo. No había un peligro especial ni era una fiesta señalada, pero cada uno en su casa, y sin ponerse de acuerdo entre ellos, le dijo a su familia algo así como: “Tengo que ir”».
En concreto, uno de ellos —primo carnal de Ganni—, «se puso a llorar con su madre antes de la celebración, sin motivo aparente. Estaba muy sensible y responsabilizado sin saber bien por qué». Todas estas cosas «las sabemos por un hecho prácticamente milagroso, pues solo hay una testigo, la mujer de uno de los diáconos, que también fue tiroteada y salió ilesa de manera inexplicable. El marido se puso delante de ella para protegerla; las balas atravesaron su cuerpo, pero ninguna impactó en la mujer, que estaba inmediatamente detrás. Los terroristas se pensaron que ella estaba muerta, al verla bañada en la sangre del marido», detalla Escalante. «Esta mujer sale viva e ilesa como para contar la historia, pues es el único testigo presencial que hay. Ahora vive como refugiada en Australia, después de haber pasado un infierno en los campos de refugiados», continúa.
«Es probable que en algún tiempo empecemos a conocer decenas de casos de mártires en Ucrania, pero Europa se está volcando con los refugiados. Lo entienden y se les acoge. En cambio, a los caldeos, que llevan viviendo esta persecución siglos, no solo se les cierra la puerta, sino que se sospecha de ellos por su procedencia y el color de su piel, cuando son gente con una tradición riquísima para la Iglesia», concluye a modo de reflexión.
Esta tarde, el padre Escalante, el cardenal Cobo y Ayuda a la Iglesia Necesitada ayudarán a dar un paso más en la causa de los mártires de Mosul, haciendo justicia a la memoria de cuatro mártires por Cristo y de una Iglesia milenaria, desconocida y, puede que por ello, abandonada.