Estimadas y estimados, cada otoño, cada Iglesia diocesana pone en valor su propia esencia abriendo a la sociedad lo que es, lo que hace y lo que gestiona. Es la Jornada de «La Iglesia diocesana» para el sostenimiento de la Iglesia Católica. La fe, ciertamente, la mostramos en cada momento de la vida personal y comunitaria, en cada acción que hacemos sintiendo que seguimos decididamente a Jesús, en cada persona ayudada, en cada angustia escuchada y en cada sonrisa lograda. En esta «Jornada de la Diócesis», que es como también podemos denominar a este día, todo esto que os he dicho lo mostramos especialmente contentos y orgullosos de nuestras comunidades, de la fe que celebramos, de la esperanza que esparcimos y de la caridad que compartimos.
Estamos viviendo en tiempos socialmente convulsos, estamos intuyendo que tenemos delante un futuro incierto, nadamos entre valores líquidos que aparecen y desaparecen con demasiada facilidad, y en estos tiempos no podemos dejarnos llevar ni por lo que hacen los otros ni por lo que se ha hecho siempre sin tener la iniciativa, sin ejercer la valentía y sin hacer o implicarnos en las propuestas. ¡Nos podemos equivocar, claro! Y aceptaremos las heridas que son fruto de la acción y del trabajo, de las iniciativas y de la valentía, pero no desfalleceremos en ningún momento. Y ahora, hoy mismo, es una nueva oportunidad para que la Iglesia de Tarragona se muestre tal y como es, con transparencia. No nos ha sido fácil, históricamente, hacerlo, pero constituye una necesidad, ha de ser para todos una necesidad, para poder expresar en voz alta nuestra pertenencia a esta Iglesia. Por eso hoy, estos días, os explicamos lo que hacemos y, sobre todo como lo hacemos. Y de esto estamos contentos a pesar de que, como decía antes, sean tiempos que invitan a retirarse, a encerrarse en casa o a refugiarse en el calor de la comunidad de siempre. El Papa Francisco ha dicho hasta la saciedad que prefiere una Iglesia herida que cerrada.
Hemos de enorgullecernos de guardar los valores cristianos en una sociedad bimilenaria nacida cristiana, pero que navega aceptando cualquier propuesta fútil y desjuiciada, solo por el hecho de que es nueva. Y no nos ha de dar miedo, no nos ha de pesar decir que somos gente cristiana, que somos personas católicas que creemos en el Dios que es Padre y que nos fue mostrado por Jesús de Nazaret, humano como nosotros. La sociedad ha progresado apoyada en los valores cristianos y nosotros estamos convencidos de que «esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús Señor Nuestro».
Y por todo ello, debemos implicarnos, siempre de acuerdo con nuestras capacidades, siempre de acuerdo con nuestra vocación, siempre de acuerdo con nuestra disponibilidad. Implicarnos en la Iglesia que peregrina en Tarragona quiere decir ponernos al servicio del Reino sin dudas, sin condiciones y sin vergüenzas y no hacer caso del mensaje recurrente que nos dice que ser una persona religiosa no está bien y cristiana todavía menos.
Vuestro