Hoy 17 de septiembre se cumple el primer aniversario de mi ordenación como Obispo y también, mi primer año entre vosotros. Doy gracias a Dios por ello: por el don inmerecido del Episcopado y al Papa Francisco por haberme confiado esta diócesis. Ha pasado el tiempo muy rápido, estoy muy a gusto entre vosotros, me he sentido muy aceptado, querido y acompañado. Recuerdo con especial cariño ese día, por lo que ha significado en mi vocación, en el camino del seguimiento a Jesús. Ser elevado a la condición de sucesor de los apóstoles es un don totalmente inmerecido para mí y, a la vez, un reto para el resto de mi vida de fidelidad a Dios y de servicio a la iglesia. Siento muy viva, como si fuera hoy, aquella celebración en la Catedral, que llevaba tanto tiempo sin contemplar la consagración de su obispo, la toma de posesión de su cátedra y en ella, la de toda la diócesis. Recuerdo las palabras de despedida de don Eusebio, sus buenos deseos para mi ministerio, al entregarme el relevo de la diócesis, visualizando la sucesión apostólica; hecho que se afianza con la presencia de un buen número de obispos y la del Nuncio, representante del Papa Francisco.
La colegialidad episcopal, reflejo de la colegialidad apostólica se hacía visible. Recuerdo el lugar que ocupabais los sacerdotes de Tarazona, el Colegio de Consultores, testigos de las letras apostólicas que recogían el nombramiento de mi persona por el papa Francisco para ser el obispo de esta diócesis turiasonense, el cabildo Diocesano, el Consejo presbiteral. Todas caras nuevas para mí ese día. Ahora ya, todas conocidas. Sois mis fieles colaboradores en el pastoreo de la diócesis. Me hace ilusión ver las fotos de nuevo y reconoceros ahora a todos los que estáis en ellas. También estabais presente la vida religiosa activa y la contemplativa en espíritu, movimientos, familias cristianas, jóvenes que tuvisteis a bien acercaros como representantes de todo el pueblo de Dios cuando me senté por primera vez en la sede de la catedral.
Presentes también autoridades civiles y militares de Tarazona y otros lugares de la diócesis y de mis orígenes. La participación del coro de la Catedral y de la Coral Turiasonense fueron dignas de admiración y nos ayudaron con la liturgia. Cómo no recordar a mi familia, a mis paisanos, amigos, colaboradores, compañeros de diversos ministerios en los que había participado hasta ese momento. También un recuerdo para los ausentes.
Una celebración de gran contenido teológico, espiritual, pastoral y humano afectivo que nunca olvidaré, que tan bien preparasteis y que ayudó a muchas personas de muchos sitios a entender lo que significa en la Iglesia la sucesión apostólica y la vida de una diócesis.
No tengo más que palabras de agradecimiento por ese día y, sobre todo, por el resto de los 365 días que han transcurrido. Gracias por acogerme como vuestro hermano y pastor, por vuestro cariño y oración. Como dije ese día, espero ser el pastor que os merecéis y necesitáis. Aquí me tenéis a vuestro servicio, caminando junto con vosotros en esta iglesia diocesana al servicio de todas las personas.
Seguid pidiendo por mí como yo lo hago por todos vosotros.