Cuando el pasado sábado 9 de septiembre, con motivo del inicio de mi ministerio pastoral en la diócesis de Tortosa, entré en la Catedral, me arrodillé ante el Santísimo y ante la bella talla policromada de mármol que representa a la Virgen de la Cinta con unas facciones llenas de dulzura y de misericordia, vestida con manto, túnica y velo y rodeada de una corona de estrellas, pero con los pies calzados con unas sencillas sandalias y haciendo la entrega de la Cinta.
Con confianza de hijo, os comparto una oración a la Virgen de la Cinta, que he querido inspirar en el rostro y en otros detalles de su sagrada imagen:
Virgen de la Cinta, quered escuchar la plegaria que os dirige el último de vuestros devotos, llamado por el Santo Padre a servir como obispo a los cristianos y a toda persona de buena voluntad en estas tierras de vieja tradición cristiana entorno al río Ebro.
Vos, que lleváis unas sencillas sandalias, queredme acompañar en todo momento cuando recorra los pueblos de los alrededores como nos pide vuestro hijo Jesús en el Evangelio proclamado hoy. Que sepa hacer este camino diciendo sí cada día, en cada momento, a cada paso, saliendo, “andando juntos”, irradiando por todas partes la alegría del Evangelio. Por intercesión vuestra, ruego especialmente para que maduren aquellas semillas de vocación que el Señor siembra abundosamente para que sean muchos los jóvenes que acepten el llamamiento al ministerio ordenado.
Vuestro nombre, buena Madre de la Cinta, es especialmente invocado para facilitar el parto de las madres y la acogida de los hijos y las hijas que abren los ojos a la luz de este mundo. Os pido que mi servicio de obispo, acompañado de los presbíteros y diáconos, de los seminaristas, de los miembros de la vida consagrada y de todos los fieles laicos y laicas de la diócesis -niños, jóvenes, adultos y ancianos de cada comunidad cristiana-, facilite también el nacimiento a la fe de los nuevos hijos e hijas de la Iglesia por medio del bautismo y de los otros sacramentos de la iniciación cristiana, de la catequesis y de la educación católica.
Haced, oh Madre nuestra, que escuchemos siempre estas palabras: “¡Cógete a su Cinta! ¡No tengas miedo!”. Me cojo, pues, a vuestra Cinta y pongo mi trabajo apostólico al servicio del bien común de todo este pueblo, y en bien de la Iglesia que peregrina en estas tierras tortosinas, atento con toda persona de buena voluntad, tratando a las autoridades con respeto por su compromiso en el trabajo por el bien de todo el mundo.
Finalmente, invocando vuestra intercesión ante la Santísima Trinidad, y la de vuestros devotos que ya han llegado a la casa del Padre, renuevo junto con todos los diocesanos tortosinos nuestro compromiso cristiano de amaros, como lo hicieron las muchas generaciones que nos han precedido.