Católicos y científicos: Julián Zarco, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC
Dice literalmente Andrés Llordén, OSA de él en la web de los Agustinos que la ciudad de Cuenca fue su patria y en ella nació el día 27 de julio de 1887. A los diecisiete años (1904) ingresó de novicio en los PP. Agustinos de El Escorial, y en este centro profesó de votos simples el 8 de enero de 1905 y de solemnes el día 9 del mismo mes del año 1908. Cursó en él toda la carrera eclesiástica, que terminó en 1911, y el día 15 de agosto (1911) fue ordenado de sacerdote.
Por sus méritos excepcionales, fue nombrado en 8 de noviembre de 1919 auxiliar de la Biblioteca de El Escorial, y como su fama se extendía con rapidez, el día 5 de enero de 1923 fue elegido correspondiente de la Real Academia de la Historia que le otorgó en 2 de marzo de 1928 el Premio al Talento por su obra Relaciones de los pueblos del Obispado de Cuenca, y al año siguiente, el día 27 de diciembre, le nombró académico numerario por unanimidad de votos y entró a gozar del codiciado título el 1 de junio de 1930. Fue, desde la fecha indicada, uno de sus miembros más destacados, y pocos meses más tarde recibió de los superiores de la Orden el oficio de bibliotecario de El Escorial, en 24 de agosto del mismo año.
En 1927, invitado por la Academia de Jurisprudencia, pronunció una conferencia acerca de los Ideales y normas de Felipe II; en el mismo año, en el teatro de El Escorial, dio otra con motivo del IV centenario del nacimiento del gran rey de España; en 1928, con idéntico motivo, disertó en El Centro de Cuenca acerca de Fr. Luis de León; después de ser elegido académico dio otra, tan notable como las anteriores, sobre la figura y personalidad del Cardenal Gil de Albornoz; en 1934 pronunció algunas conferencias históricas, llenas de interés y amenidad, en el Colegio Cántabro, de Santander, acerca de El Escorial, en los cursos universitarios de verano. Es decir, era requerido como científico y reconocido como tal tanto bajo la monarquía parlamentaria católica de Alfonso XIII como bajo la II República con derechas e izquierdas en el parlamento. En noviembre de 1935 fue nombrado correspondiente de la Spanish Society, de Nueva York. En 21 de abril de 1936, comisionado por la Junta Oficial de Archivos y Bibliotecas eclesiásticos, realizó un viaje a Cuenca, con el objeto de revisar e impulsar la nueva organización que se estaba llevando a cabo en el Archivo catedralicio de la mencionada ciudad, por cuenta de la citada Junta. Asimismo fue colaborador asiduo, y tal vez el de más empuje, de las revistas La Ciudad de Dios y Religión y Cultura; trabajó igualmente en el Boletín de la Academia de la Historia, donde se encuentran notables estudios, y finalmente en la Revista de Estudios Bíblicos, en el Archivo Agustiniano, en la Revista de Arte Español y otras que no recordamos, así como en varios periódicos y diarios nacionales.
Los herederos ideológicos del Frente Popular y progres ateos y materialistas de toda indole que dicen haber defendido siempre la ciencia no saben que Zarco corrió idéntica suerte que los demás religiosos de El Escorial; encerrado en la cheka de San Antón (Madrid), a la que fue trasladado desde el Monasterio el día 16 de agosto, sometido a vejatorio interrogatorio fue fusilado, días después, en Paracuellos del Jarama el día 30 de noviembre de 1936, con cuarenta y nueve años. Fue beatificado el 28 de octubre de 2007 declarado Año de la Ciencia por el gobierno de Zapatero, que se jacto de ser heredero ideológico del Frente Popular tantas veces y que jamás pidió perdón por los crímenes contra la ciencia de aquel.
Primer historiador de Felipe II, profundo conocedor de los fondos castellanos y otras lenguas romances de la Biblioteca de El Escorial, sobre los que publicó su interesantísimo Catálogo, paleógrafo insigne, para el que no había dificultades en ninguna clase de letras antiguas, medievales y modernas, historiador de primera categoría, de extensos y universales conocimientos, que hacían de él un verdadero sabio, con Zarco quienes nos quieren hacer creer que defendían la ciencia no tuvieron piedad.