Católicos y científicos: Luis Justo Villanueva, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC
Iniciado el Adviento y ante la inminente Navidad 2015, noticia de interés relacionada con el cava. Este madrileño fue el inventor del cava. Sí, sí, como suena, dicho por catalanes, y estando publicado en catalán por varios de ellos. ¡El colmo de la paradoja!
Cuentan que a los fabricantes pioneros de cava, los catalanes Esquirol y Raventós, fue él quien les propuso la fabricación de vinos espumosos catalanes, hoy cavas, con variedades de uva catalanas, y les asesoró en los primeros experimentos que realizaron. Además se trató de un católico ferviente que se suma así a la saga de inventores católicos de bebidas deleitosas (champán, cerveza, licores diversos…) que siguen alegrando nuestra cultura. Fué químico, además de ingeniero industrial.
Si será cierta la cosa que le han puesto a un cava su nombre, y señalados catalanes han llegado a comentar que Cataluña le debe un monumento. Se encuentra glosada su figura y calado intelectual en acceso libre a todos, donde evidentemente no pone nada de sus creencias. Luis Justo Villanueva (Madrid 1836-1880) murió muy joven.
Fue ingeniero industrial de formación, y licenciado y doctor en ciencias físicoquímicas. Dio clases en la Escuela Industrial de Gijón hasta que en 1860 comenzó a hacerlo en la Escuela Industrial de Barcelona, explicando química. En Barcelona se quedó hasta su vuelta a Madrid en 1875, para encargarse de la dirección del laboratorio municipal de higiene, dando clase además en su Instituto Industrial. Mientras residió en Cataluña realizó una importante labor de investigación enfocada al progreso de la agricultura. En 1863 fundó la empresa «La agricultora catalana», pionera en los fertilizantes químicos. En 1867 cofundó el laboratorio químico-agrícola de San Isidro, dependiente del Institut Agrícola Català de San Isidre, en el que explicó la asignatura de agronomía a partir de 1869. Aquí fue donde se inventó el cava. Además inició en 1870 la publicación de la revista titulada Biblioteca Agrícola con un volumen titulado «De los abonos para las tierras», colaborando además en publicaciones como la Revista del Instituto Agrícola o el Calendari del Pagès. Impartió numerosas conferencias e introdujo importantes mejoras en las industrias rurales, or las que todavía hoy es admirado.
En su necrológica se comentaba…” con el consuelo de verse rodeado de su madre, de su esposa, de sus hijos y de todos los miembros de su amantísima familia, entregó Villanueva su alma a Dios, a la flor de la edad y en brazos de la Religión sacrosanta en cuyo seno había nacido y quiso siempre morir. Justo se llamaba acá en el mundo, y de los justos habrá sido también la corona con que en el cielo se haya visto premiado”.